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Oettinger, ¿oráculo u orate?

Esas preguntas rondan Bruselas, donde Oettinger (Stuttgart, 1953) había pasado prácticamente desapercibido desde que Angela Merkel le envió al organismo comunitario hace un año. Si por algo ha destacado ha sido por alguna propuesta coincidente con los intereses del sector nuclear, como la relativa a los residuos radioactivos.

Surge, por tanto, la duda. ¿Estamos ante un oráculo o ante un orate?

La segunda opción parecería la más probable teniendo en cuenta que el equipo del comisario reconoce que su única fuente de información sobre lo ocurrido en Japón es la tele y los periódicos.

Pero nada en la trayectoria de este protestante, padre de un hijo y con experiencia laboral en auditorías y fiscalidad indica ninguna pasión por el lenguaje de las profecías mayas ni las alegorías infernales de los maestros pictóricos flamencos.

Sorprende, además, que sus comentarios, realizados desde la tribuna del Parlamento Europeo, no hayan causado estupefacción entre los europarlamentarios más proclives al átomo ni las protestas airadas de la industria nuclear. Todo lo contrario. En ambos círculos, el comisario alemán parece moverse entre amigos.

La explicación de esta paradoja, como de tantas otras, quizá se encuentre en los cables de los embajadores estadounidenses colgados por Wikileaks. En uno de ellos, atribuido a la embajada de Washington en Berlín y redactado con motivo del nombramiento de Oettinger en Bruselas, se destaca su vocación a favor de la industria nuclear "en contraste con muchos políticos alemanes".

Esa afinidad con el átomo no tiene nada de extraño en un miembro de la CDU, el partido de Merkel, que además ha hecho toda su carrera política en el lander Baden-Württenber (del que llegó a ser presidente), un territorio que alberga cuatro de las 17 centrales nucleares de Alemania.

Si se combinan los supuestos de Wikileaks con el curriculum del comisario, ya no está tan claro que sus alarmantes declaraciones sean un delirio transitorio.

Más bien parece que Oettinger, como todos los defensores del átomo, ha comprendido que la energía atómica solo tiene una ínfima oportunidad de sobrevivir en Europa: desmarcarse de Japón y ponerse al frente de la manifestación para pedir un endurecimiento de las medidas de seguridad en las centrales europeas.

Imagen: Infierno, en el tríptico El Jardín de las delicias de El Bosco (de la web del Museo del Prado).

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