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Tambores de paz en Bruselas

"Nunca he defendido la guerra sino como un medio de paz".

Tambores de paz en París, Londres, Bruselas y Madrid. Al redoble, sobre todo, Nicolas Sarkozy y David Cameron, partidarios de que los Estados Técnicos y Científicos pacifiquen el territorio libio aunque haya que eliminar a algunos de sus habitantes temporal o indefinidamente (heridos y muertos, en la trasnochada jerga belicista).

Se resiste a la propuesta una timorata Angela Merkel, alarmada ante la quirúrgica intervención y sus posibles consecuencias, como si en el siglo XXI las operaciones de paz todavía se hicieran a sangre y fuego.

Berlín no acaba de entender que el camino infalible para la paz es la guerra. Por suerte, Sarkozy y el resto de altruistas, entre los que milita Rodríguez Zapatero, deben haber leído La bomba increíble, esa novela de ciencia ficción de Pedro Salinas de donde proceden las cursivas y el doble lenguaje (si es que lo es) de este post. Y esta tarde, en el G-8 en París, o mañana en Bruselas en la sede de la OTAN, se aprestan a dar los últimos detalles a la cartografía de la paz.

"Antes, decían los maestros, una guerra la movían apetitos bestiales y bajos instintos. Codicia de riquezas, sueño de botín, ansia de dominación; algo se adelantó al acercarse al siglo XX. Entonces las contiendas se prendían por anhelo de justicia, para librarse de tiranos, o por razones de alta política que privilegiados cerebros discurrían". (pp. 23-24).

La evolución apuntada por Salinas en su novela póstuma se ha confirmado en el siglo XXI. Y si alguien duda de la buena voluntad europea a la hora de inmiscuirse en territorio ajeno, que eche un vistazo a la entrevista de Mónica G. Prieto a Georges Corm publicada en El Mundo el pasado sábado.

Pero ojo, porque la bondad a veces se descarría. Y la fábula de Salinas recuerda que incluso las intervenciones científicas pueden dejar un rastro de dolor difícil de borrar.

"(...) clamor de humanidad (...) que venía a embestir la conciencia del hombre, afirmándole que el fratricidio no prescribe, que cada nuevo muerto de mano hermano repite innumerables muertes, iguales (...) Se negaba el dolor a ser historia; aquí venía, en enorme masa secular, a que se le sintiera vivo y presente por los hombres que viven recluidos en sus solas vidas y no creen en más dolor que el de su momento". (pp. 212-213)

Citas de Pedro Salinas, La bomba increíble, con prólogo de David Gonzále Romero, Berenice, 2010 (fue publicada por primera vez en 1955, cuatro años después de la muerte del autor de La voz a tí debida).

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