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¿Cruzará el Mediterráneo la revolución?

Las revoluciones del jazmín en el norte de África apenas han tenido repercusión social en la orilla septentrional del Mediterráneo, a pesar de la numerosa población magrebí o de origen magrebí que vive en países como Bélgica, Francia o España. ¿Se mantendrá la calma o se derramará el caldo de cultivo de guetificación y discrimanción acumulado durante tantos años?

Hk & Les Saltimbanks - "On lâche rien" par HkOfficiel

De momento, ni siquiera un sismógrafo tan fiable como Bruselas (donde casi a diario se celebran manifestaciones en relación con algún conflicto internacional) ha registrado en las calles el apoyo o el rechazo a las revueltas populares en los países árabes. El asesinato en Francfort de dos militares estadounidenses, cometido presuntamente por un albanokosovar, tampoco parece ligado a los acontecimientos del norte de áfrica.

El extraño silencio contrasta con la presencia en Europa de importantes comunidades magrebíes, árabes y turcas. Solo en la capital europea, marroquíes y turco representan, respectivamente, el 13% y el 4% de la población bruselense, según recoge un informe publicado esta semana por Brussels Studies.

El informe señala que esas poblaciones, incluso las de segunda generación, se sienten discrimandas socioeconómica y laboralmente. Pero salvo revueltas callejeras puntuales (como las ocurridas en las banlieue de Francia hace años o en Bruselas el año pasado), el disgusto no parece haber encontrado una expresión política más alla de la nutrida afluencia hacia las mezquitas locales.

La calma puede romperse si el protagonismo de la revolución magrebí pasa de la población local a las potencias occidentales.

Hoy mismo, los países de la UE y de la OTAN se reúnen en Bruselas para pactar las medidas necesarias para forzar al coronel Gadafi a abandonar el poder. Y lo hacen conscientes de que deben lograr que la intervención se interprete como una muestra de solidaridad con la causa popular y no como una nueva injerencia colonial. Si no consiguen mantener ese equilibrio, la chispa puede saltar en otros países de la zona o, incluso, saltar a la orilla rica del Mediterráneo.

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