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Obligará a tomar medidas a los países menos competitivos

La zona euro trata de zanjar la crisis con un compromiso de reformas anuales

El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ultima el acuerdo sobre coordinación económica que presentará a los líderes de la zona euro el próximo viernes. El borrador del pacto, impulsado por Berlín y con España en el punto de mira, obliga a cada socio a concretar antes de junio las reformas que adoptará en los próximos 12 meses para mejorar su competitividad.

Van Rompuy confía en cerrar el viernes por la noche un acuerdo sobre los términos de un "pacto para el euro" que recoge en gran parte las propuestas nunca formuladas oficialmente por la canciller alemana Angela Merkel. La aprobación formal del texto se haría, según el calendario previsto, en la cumbre europea del próximo 24 de marzo.

Los principios fundacionales de ese pacto, llamado a completar el de Estabilidad y Crecimiento (firmado en 1997), aspiran a sentar las bases de un proceso de "convergencia económica" basado en "compromisos concretos " y con un "calendario para su aplicación".

Los entrecomillados figuran en el último borrador del pacto, al que ha tenido acceso CincoDías. El texto plasma en cuatro páginas las directrices sobre convergencia económica planteadas desde Berlín, aunque matizadas por Van Rompuy tras sus contactos con las diferentes capitales.

La cumbre del viernes, crucial para el futuro de la Unión

El documento prevé que cada socio de la zona euro concrete este mismo mes, o en la cumbre de junio a más tardar, las reformas económicas que llevará a cabo durante los próximos 12 meses para mejorar su competitividad, crear empleo, mejorar la sostenibilidad de sus finanzas públicas y reforzar la estabilidad de su sector financiero.

El borrador actual subraya la libertad de cada Gobierno para elegir las medidas más adecuadas a su coyuntura y más acordes con su tradición legal o laboral. Pero el Pacto también deja claro que los socios en peor situación estarán obligados a actuar.

"En todos los países son necesarias medidas para mejorar la competitividad, pero se identificará a los que afrontan mayores desafíos y deberán comprometerse a resolverlos en un tiempo determinado", señala el proyecto elaborado por Van Rompuy. La misma amenaza, calificada como sanción reputaciones en la nueva jerga del pacto, pesará sobre los países con una evolución insostenible de la deuda, a los que se exigirán reformas en el sistema de pensiones, salud y subsidios sociales.

El Pacto no señala, de momento, a ningún país en concreto, pero los indicadores que se plantean para medir los problemas de competitividad apuntan claramente a España.

La evolución de la productividad y los salarios, por ejemplo, se vigilará en base a los costes salariales unitarios, una variable que durante la primera década del euro arroja un diferencial enorme (de más de 200 puntos básicos) entre España y Alemania (a favor de la competitividad alemana).

El pacto plantea la necesidad de "ajustar los mecanismos salariales", con especial referencia a la necesidad de "descentralizar el proceso de negociación", una petición que puede afectar directamente a España.

Autocontrol

El control político de la aplicación de las reformas comprometidas lo llevarán a cabo una vez al año al los máximos líderes europeos, lo que provocó ayer críticas en el Parlamento europeo. "Es como si los conductores tuvieran que vigilarse y multarse a sí mismos", advirtió la eurodiputada francesa del Grupo Liberal Siylvie Goulard.

La participación de la Comisión Europea (CE) en el ejercicio de supervisión será muy reducida, porque el borrador del pacto apenas otorga a Bruselas la potestad de realizar un informe sobre el ritmo de las reformas. El presidente de la CE, José Manuel Barroso, aseguró ayer que la participación de su organismo es "esencial para garantizar la objetividad e independencia en el control de los esfuerzos de cada Estado". Pero Berlín no parece fiarse ni de Barroso ni de Bruselas.

La recompra de bonos, también sobre la mesa

La cumbre de la zona euro del próximo viernes intentará plantear por primera vez una respuesta global a la crisis de la deuda pública que azota a la Unión Monetaria desde hace 15 meses. Tras los parches de urgencia colocados para rescatar a Grecia e Irlanda, los 17 socios del euro tratarán de cerrar un acuerdo que incluye compromisos políticos y financieros. Los primeros se plasmarán en un pacto para la competitividad y convergencia de la zona euro. Y los segundos, en la previsible ampliación del fondo de rescate actual (para dotarlo de una capacidad de intervención efectiva de 750.000 millones de euros) y posible flexibilización de sus mecanismos de intervención. Alemania parece dispuesta a aceptar que el fondo recompre deuda de los países más castigados para retirarla del mercado con un descuento considerable.

Portugal

El rescate de Portugal planeará sobre la cumbre del viernes. Lisboa confía en que la flexibilización del fondo de rescate le permita recibir ayuda sin soportar un plan tan draconiano con Grecia e Irlanda. Estos dos países esperan renegociar sus préstamos en la reunión.

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