LVMH, el rey del lujo, da otro salto

Si un sector ha pasado la crisis con solvencia ha sido el del lujo. La paradoja se explica, entre otras razones más obvias, por el enorme crecimiento de las economías emergentes y, con ellas, del número de fortunas ansiosas de productos y servicios que se salgan de lo común. El ejemplo más claro llega, una vez más, de China, donde crece día a día el número de millonarios al tiempo que el apetito por el consumo en el resto de la población. El gigante asiático ya es el segundo consumidor de productos de lujo tras Japón.

Esa evolución es un excelente caldo de cultivo para los movimientos empresariales. Aunque no le hacían falta motivos, así lo ha entendido Bernard Arnault, el patrón de LVMH, líder mundial del lujo, que ha aprovechado para consolidar su gigante de más de 50 marcas de lujo de primera fila. Su especial estilo para hacer negocios y una ambición ilimitada le hace imparable. Mientras el mundo de la moda está pendiente de cómo prescinde del creativo de la casa Dior, John Galliano, y el sector del lujo sigue de cerca su acoso a Hermès -de la que tiene un 20%-, Arnault ha cerrado la compra por 3.700 millones de Bulgari, la tercera joyería del mundo, cuya familia pasará a ser el segundo accionista de LVMH. A finales de los noventa, Arnault perdió la batalla por Gucci a manos de Pinault. Desde entonces, ha crecido tanto como para que en Hermès no duerman tranquilos.