La recuperación del consumo, en entredicho
En un mercado laboral anémico, el repunte del euríbor y de la inflación amenazan el poder adquisitivo de las familias españolas. La economía puede llegar con el paso cambiado a las subidas de tipos del BCE.
Alejadas temporalmente las presiones sobre la deuda soberana, la jornada de ayer se conocieron dos datos preocupantes para los bolsillos de las familias españolas y, por ende, para la recuperación del consumo y la actividad económica en general. El euríbor, principal tipo de interés de referencia de los préstamos hipotecarios, escaló una décima en febrero para cerrar el mes en el 1,71%. No es un nivel elevado en términos históricos, pero sí que supone la mayor tasa en los últimos 20 meses y representa un nuevo encarecimiento de las letras de las hipotecas: unos 420 euros anuales para un préstamo tipo.
A ese movimiento del euríbor debe sumarse la detracción de poder adquisitivo operada por el IPC. Los precios de consumo crecieron en febrero un 3,6% en tasa interanual, según el avance del INE. La escalada que se inició el pasado verano, cuando los precios aún crecían un cómodo 1,5%, empieza a ser preocupante. Máxime, en un entorno laboral caracterizado, ahora sí, por la contención de salarios. La pérdida de poder de compra se consolida así por la caída de las remuneraciones reales, el aumento del paro y la subida de las hipotecas.
Tanto el euríbor como el IPC se mueven con un cierto grado de correlación. El indicador de los préstamos interbancarios se encarece por las perspectivas de subida de tipos de interés del BCE. Si hasta hace poco el grueso de los analistas no esperaba cambios hasta fin de año, la escalada del crudo de las últimas semanas, principal causante de la inflación, lleva a muchos a pensar que Fráncfort actuará antes. Y ello, con el objetivo de evitar que las subidas de precios se estabilicen en la zona euro por encima del 2%.
España corre así el riesgo de situarse, una vez más, con el paso cambiado respecto a la política monetaria del BCE. En tiempos de expansión, los tipos de interés de referencia fueron demasiado bajos para la coyuntura española, lo que contribuyó a hinchar la burbuja inmobiliaria. Ahora, cuando Alemania o Francia logran crecimientos económicos sólidos, España sufre aún una parálisis que se vería exacerbada con un encarecimiento del crédito.
Sea como fuere, ni la subida del crudo ni la política monetaria están en manos del Gobierno español. Sí lo están, en cambio, medidas como la determinación de la tarifa eléctrica o los impuestos indirectos, cuyos incrementos explican parte de la reciente escalada de precios de consumo. Economía deberá cuidar mucho los próximos movimientos al respecto. Con una inversión todavía lastrada por el colapso inmobiliario y un sector exterior que solo da para contener la caída del PIB, la verdadera recuperación económica solo se producirá cuando el consumo privado empiece a tirar de forma sostenible. Limitar aún más la capacidad de compra de las familias no parece una buena idea.