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El grupo de Ruiz-Mateos, en preconcurso

El déja-vu de Nueva Rumasa

La situación preconcursal de Nueva Rumasa ha vuelto a dejar las inversiones de miles de personas pendientes de un hilo. Una vez más, las rentabilidades fuera de mercado han ido acompañadas de escasa transparencia y las piruetas legales.

La historia no se repite, sino que rima. Una particularidad de los escándalos financieros es que, aun distintos en apariencia, en su esencia son todos iguales. Promesas de rentabilidades muy por encima del mercado que terminan mal. Y algún resquicio no cubierto por la normativa financiera.

"A nosotros nos cuesta Dios y ayuda colocar una emisión con garantía y cubierta por la CNMV, y llega un personaje con tirón mediático y te coloca 140 millones de euros", explican desde una firma del mercado. "Lo que ha hecho Rumasa no se puede hacer dentro del mercado; quien intermedie la operación tiene que garantizar que el cliente está informado. No se pueden vender bonos de una empresa sin actividad. Y si se aportan garantías tienen que estar inscritas y aprobadas por la CNMV", añade.

Ruiz-Mateos fue capaz de colocar esta cantidad de deuda entre pagarés y acciones a unos 5.000 inversores, a pesar de las reiteradas advertencias de la CNMV y de un cambio en la Ley del Mercado de Valores. En principio la sociedad vendía pagarés por su cuenta a inversores; como la inversión mínima era de 50.000 euros, no había folleto informativo y no era sociedad cotizada, pudo realizar las operaciones sin supervisión de la CNMV.

La Comisión advirtió en repetidas ocasiones de las lagunasen estas operaciones. Nueva Rumasa no es un grupo empresarial, sino una amalgama de sociedades sin conexión jurídica. El inversor prestaba dinero sin apenas información sobre la actividad, cifras de negocio y accionistas del prestatario. En ocasiones se destinaba dinero a una empresa domiciliada fuera de España. Y ni la emisión de pagarés ni la garantía estaban registradas oficialmente.

Todo era legal. Y lo siguió siendo hasta que cambió la normativa, y obligó a que estas emisiones dependiesen de una firma de valores. Nueva Rumasa negoció con dos de ellas, pero optó por una nueva vía para esquivar la supervisión. Realizar ampliaciones de capital de sociedades limitadas. Una alternativa aún peor para los inversores, puesto que el accionista es el último en recibir su dinero en caso de concurso.

Warren Buffett siempre defiende que no hay que invertir en nada en lo que no se entienda. Lo decía al hilo de las inversiones en empresas tecnológicas, pero también lo hizo cuando, allá por 2005, advirtió de los derivados de crédito. Los clientes de Bernard Madoff se contaban entre los más ricos y mejor asesorados del mundo; Fórum y Afinsa, fuertes en el medio rural, operaban de un modo más tradicional. Pero la realidad igualó unos y otros. Con Nueva Rumasa en preconcurso, es pronto para comparar las consecuencias. Pero el origen es el habitual. Rentabilidades fuera de mercado, piruetas legales e información difusa. Tres elementos que, con toda seguridad, volverán a pivotar en alguna futura oferta de inversión.

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