Babcock rescindirá el contrato a sus 400 trabajadores
El final de la actividad y el inicio del proceso de liquidación de Babcock Power, la antigua Babcock Wilcox, se acelera. El fabricante vasco de bienes de equipo, actualmente en concurso de acreedores, presentó ayer en el Juzgado Mercantil número 2 de Bilbao un expediente de regulación de empleo (ERE) que supondrá la rescisión de contratos para la totalidad de la plantilla, integrada por 400 trabajadores.
El concurso de acreedores en el que está inmerso Babcock Power, con un pasivo de 73 millones, la quiebra de su accionista, el grupo austriaco A-TEC, y las urgencias de una buena parte de la plantilla para acogerse a las garantías laborales otorgadas por SEPI cuando el fabricante de bienes de equipo salió de la órbita pública, han precipitado la puesta en marcha de un ERE que supondrá la rescisión de los contratos para los 400 trabajadores de Babcock Power. La dirección presentó ayer en el Juzgado Mercantil número 2 de Bilbao, que gestiona la situación concursal de la sociedad, el expediente que hoy será entregado a los sindicatos y que abrirá el periodo de consultas durante un mes.
Finalizar los trabajos en curso
La liquidación de la compañía se avecina próxima. Fuentes del sector aseguran que en la actualidad solo una parte de la plantilla se encuentra activa terminando los contratos en curso, que concluirán a principios de verano. Añaden que es prácticamente imposible que se haga con nuevos acuerdos de suministro dada la situación de la empresa y de su accionista, ambos bajo la administración y la tutela judicial.
El papel de SEPI se presenta fundamental para la mitad de su plantilla. Más de 200 trabajadores de Babcock Power están, hasta el próximo 31 de mayo que vence el acuerdo, cobijados en el paraguas que les dio el holding público, al otorgarles una serie de garantías laborales que estipulaban bajas incentivadas, prejubilaciones para los mayores de 54 años y recolocaciones en otras sociedades de SEPI. El acuerdo, que solo se puede activar si se rescinden los contratos, como es el caso del ERE presentado ayer, se selló en 2001 cuando Babcock Wilcox Española se privatizó y pasó a manos de la alemana Babcock Borsing. El pacto se revalidó en 2004, cuando la firma germana entró en quiebra, y el grupo presidido por Enrique Martínez Robles convirtió a la austriaca A-TEC en su nuevo propietario.
Una firma con 90 años de historia
El carpetazo a más de 90 años de historia industrial de Babcock Wilcox Española (BWE), fundada en 1918, parece cercano. El devenir de la compañía vasca, que inició su actividad tras la segunda guerra mundial fabricando locomotoras, ha sido errático. En sus años de esplendor llegó a contar con una plantilla superior a los 5.500 trabajadores. Ahora cesará en su actividad con apenas 400. El fabricante de bienes de equipo fue rescatado por el antiguo Instituto Nacional de Industria (INI), hoy SEPI, en 1983, cuando atravesaba problemas de cartera de pedidos y financieros que, sus accionistas, ligados a familias vascas con intereses tradicionales en la industria, no estaban dispuestos a afrontar. Su entrada en la órbita del Estado le permitió recibir importantes dotaciones públicas para mantener su actividad. Estas inyecciones de recursos, que en su sector no se atreven a cuantificar, finalizó, en teoría, en 2001 cuando la Unión Europea cerró el grifo de las ayudas públicas y se inició su privatización.