Así, tanto entidades financieras como empresas industriales o de servicios han chocado con un sobrecoste en sus refinanciaciones, fuese cual fuese la solidez de su cuenta de resultados o su posición en los mercados en los que operan. Aunque tras determinadas decisiones del Gobierno puestas en marcha desde mayo pasado las empresas han encontrado alivios puntuales a sus apuros financieros, fuentes empresariales aseguran que sigue existiendo un sustrato de pesimismo hacia España que no termina de disiparse.
Estas empresas valoran genéricamente las reformas emprendidas por el Ejecutivo. Pero quieren aprovechar sus experiencias exteriores de gestión para defender los activos tangibles e intangibles de España en materia económica, que ha pasado de ser considerada un ejemplo de rigor, crecimiento y expansión exterior, a tener cuestionada, injustificadamente, hasta la confianza en su capacidad de responder a las obligaciones financieras.
La iniciativa que arranca hoy no defiende otros intereses que aquellos que vayan a recomponer la imagen de España en sus financiadores; pero carecen de toda vinculación con cualquier institución gubernamental, al contrario que alguna otra iniciativa ensayada y fracasada hace ya al menos un año.