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Tribuna
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Los negocios sostenibles son un buen negocio

Un nuevo modo de pensar está surgiendo en empresas clave. Esa es una de las impresiones que me llevo del recientemente concluido Foro Económico Mundial en Davos. Llámese crecimiento verde, capitalismo consciente o valor compartido, cada vez más empresas alrededor del mundo están tratando de definir nuevas y más sostenibles maneras de generar el crecimiento que necesitamos en Europa -y en el resto del mundo-.

Y es verdaderamente sorprendente ver cómo muchas buenas ideas ya están ahí. Por ejemplo, el negocio de un hombre que se sentó junto a mí una noche y cuyo oficio ya alumbra a 180.000 hogares en la India con luz generada por paneles solares. Hoy en día a una familia en una aldea india le cuesta 8-9 rupias por día iluminar su hogar con lámparas de queroseno. Mediante el uso de energía solar se puede obtener la misma energía por la mitad del precio. Un banco está ayudando a financiar la inversión. No es un milagro. Es solo un modelo de negocio sostenible.

Y eso fue lo que escuché una y otra vez -los modelos de negocio están ahí-. Ya sea el modelo empresarial denominado de la cuna a la cuna (cradle-to-cradle) empleado por la empresa Nike o el de best buy, que recolecta aparatos electrónicos viejos por su interés en los materiales valiosos que éstos contienen. O el conglomerado naviero Maersk, que ha salvado miles de millones de dólares en costos de combustible solo mediante la reducción de las velocidades de su navegación; además de algunos otros ajustes en sus operaciones del día a día.

Así que esa es otra cosa que me llevo del Foro de Davos. Los ejemplos empresariales están ahí. Vale la pena usar eficientemente los recursos. Y que ha nacido en las grandes empresas la idea de que proporcionar a cada vez más personas más bienes, comida, calefacción, refrigeración y movilidad solamente puede ser logrado de forma sostenible si el crecimiento futuro se genera en una forma más inteligente que en el pasado.

Pero también me llevo una tercera cosa del Foro Económico Mundial de Davos. Además de los mensajes positivos, las buenas intenciones y la acción concreta, resulta evidente que sin las políticas adecuadas no seríamos capaces de hacer la transición hacia sociedades más respetuosas con el medio ambiente y eficientes en el uso de sus recursos en el ámbito, la escala y la velocidad que se requiere.

El ámbito y la escala son vitales. Pero la velocidad será nuestro mayor desafío. O como el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, lo expresó: el tiempo es nuestro recurso más escaso. Es simple: cuantas más fábricas, edificios y plantas de energía construyamos sin tener en cuenta las mejoras necesarias, más se encaminará el mundo a una senda de crecimiento insostenible.

Por tanto, es realmente importante que los Gobiernos establezcan los objetivos e incentivos adecuados. Eso no siempre es lo que ocurre hoy en día, por ejemplo, cuando se subsidian los combustibles fósiles en lugar de promover los cambios de comportamiento necesarios.

Si las compañías están emprendiendo medidas por obligación o por interés en el medio ambiente es algo que no me importa. Mientras estas medidas se lleven a cabo y las empresas se encaminen en la dirección correcta. Pero mientras que los mercados por naturaleza sigan buscando generalmente resultados a corto plazo -pues las empresas deben asegurar rendimientos constantes a sus accionistas-, los políticos tienen la obligación de considerar las consecuencias a largo plazo y guiar el mercado.

Por eso, esta primavera la Comisión Europea lanzará el Plan de trabajo 2050 para economía baja en carbono, un plan de eficiencia energética y un libro blanco sobre transporte. Y con ellos, empezamos a planificar para las próximas décadas.

Al final, las empresas privadas serán las que den soluciones. No obstante, Davos confirmó mi creencia de que sin políticas públicas ambiciosas será demasiado poco, demasiado tarde.

Connie Hedegaard. Comisaria de la Unión Europea de acción para el clima

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