Berlusconi no hace el mercado
Nadie debe despreciar a Silvio Berlusconi. El primer ministro italiano ha sido comparado con Hosni Mubarak por su determinación de aferrarse al poder a duras penas. Pero el déspota egipcio se ha ido y Berlusconi sigue ahí, aunque solo sea por la no poco sólida razón de que Italia es una democracia y su presidente ha sido extrañamente popular entre muchos. Ahora Berlusconi comparecerá ante un tribunal en menos de dos meses, acusado de pagar por sexo a una menor de edad. No obstante, se quede o se vaya, no afecta al actual rumbo económico del país. Italia afronta el ridículo, pero su crédito es seguro.
Berlusconi aún se las arregla para reunir votos suficientes para seguir gobernando Italia, a la vez que proporciona un espectáculo al resto del mundo. No le será fácil sobrevivir a la última fase judicial de los escándalos, cada vez mayores, que habrían derribado hace tiempo a cualquier otro líder occidental. Si se convocan nuevas elecciones, todavía existe la posibilidad de que Berlusconi pueda volver al poder. El partido de la oposición -una insólita coalición de antiguos socialistas, comunistas y demócratas cristianos- está patas arriba. Incluso en el caso de que Berlusconi no pueda mantener unida a su frágil coalición, es poco probable que un sucesor cambie o pueda cambiar mucho de la política fiscal del país.
La alta deuda y la situación de bajo crecimiento de Italia son bien conocidas. Con un insignificante crecimiento, previsto en 1,1% este año y 1,4% el siguiente, aún queda mucho por hacer. Cualquiera que sea el destino de Berlusconi.
P. Briançon