La crisis de Egipto: protestas y progreso
En medio del caos en Egipto y Túnez, tenemos que centrarnos en lo más importante, que es la demanda de cambio y progreso. En un mundo globalizado y cada vez más interconectado, sus habitantes gozan de una perspectiva más amplia de lo que ocurre y les permite comparar su situación con la de otras personas, ya sea para bien o para mal. Las economías de Oriente Próximo y el Norte de África han evolucionado considerablemente en los últimos años; sin embargo, la estructura de poder no siempre se ha ajustado a tales hechos. Lo que presenciamos ahora es simplemente a gente disconforme exigiendo más. Es un ajuste necesario que se llevará a cabo tarde o temprano. La paulatina mejora de la calidad de vida ha alimentado sus expectativas y les lleva a presionar a sus dirigentes para que faciliten un mayor crecimiento.
Hace dos semanas, muchos calificaban la coyuntura en Túnez de desastre total, pero lo cierto es que hoy la situación es estable, con una nueva estructura de poder y la gente ha vuelto a sus respectivas vidas trabajando por aquel futuro mejor que tanto ansían. No olvidemos que el año pasado ocurrió lo mismo en Tailandia, y fueron necesarios tres meses hasta que las cosas se arreglaron. Tailandia salió de esa crisis, y hoy ya está encaminada hacia un futuro más próspero. Los eventos en Túnez han provisto del coraje necesario a los egipcios para salir a las calles. A su vez, los presentes hechos en Egipto de alguna forma sirven de aviso para el resto de los Gobiernos, para que se apresuren a tomar las medidas necesarias y en conformidad con las expectativas de sus ciudadanos. Como ejemplos tenemos, en Kazajistán, el presidente Nursultán Nazerbajev ha convocado elecciones, el Rey Abdullah de Jordania busca reemplazar su Gobierno. Alí Saleh de Yemen se ha comprometido a no extender su mandato. Otros líderes puede que tengan que tomar decisiones en consecuencia con los hechos.
Lo que estamos presenciando estos días puede ser el comienzo del cambio y aceleramiento de la modernización de los sistemas políticos. Hay mucho en juego y el aumento del número de ciudadanos que tienen mucho que perder será un importante elemento de presión para sus líderes que les obligara a tomar la dirección acertada. El deseo de progreso es claramente más fuerte que la habilidad para oprimir.
Baldwin Berges. Director general de Silk Invest