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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España, país con población nueva

pesar de la dura y larga crisis, del récord de paro que ha generado y de los intentos del Gobierno para tender puentes de retorno, España ha seguido siendo receptor neto de inmigrantes en 2010. Y todo indica que ese escenario ha llegado para quedarse. En muy pocos años el porcentaje de inmigrantes sobre la población total se ha más que duplicado, hasta alcanzar la tasa del 12,2%, superior a la de muchos socios de la UE, pero adquirida en mucho menos tiempo, lo que ha generado no pocas tensiones. El papel de los inmigrantes en España, su capacidad para ayudar a la economía y a la recuperación demográfica, y su rápida integración crecen a la vez que la capacidad de acogida por la población española. El fenómeno, no exento aún de tensiones, presenta cada vez menos aristas de la mano de la moderación de las disparatadas tasas de crecimiento de los primeros años 2000, cuando al calor de la bonanza económica y el irresponsable efecto llamada el número de inmigrantes crecía al 50% anual. Ahora, desde el 16,5% de 2007, al principio de la crisis, ha bajado al 1,75%. Cambian los países emisores, con fuerte disminución de latinoamericanos, moderadas subidas de europeos y marroquíes y fenómenos nuevos, como el fuerte aumento de los chinos. Lo que no va a cambiar ya es la nueva, bienvenida y enriquecedora configuración de la población española.

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