Cinco diferencias entre la abogacía de Madrid y Barcelona
Competitividad, tamaño, relaciones con el cliente, internacionalización y honorarios son las grandes claves de ambos mercados.
José Antonio Arcila recuerda la semana en que hizo las maletas en la capital de España para abrir la oficina de Baker & McKenzie en Barcelona. Arcila, que en 1988 ya tenía condición de socio de la firma, no era el único abogado dispuesto a llevar a cabo aquella tarea. "Uría Menéndez abrió al mismo tiempo que nosotros. Recuerdo que Charlie Coward y yo teníamos un amigo común que nos dio una fiesta de despedida conjunta en Madrid, porque los dos nos íbamos a Barcelona".
La apuesta por poner el pie en Cataluña en aquel momento tenía una explicación evidente. "La enorme descentralización derivada de la nueva Constitución eliminó el control administrativo central a muchos niveles e hizo que Madrid perdiese su histórico centralismo y que Barcelona, como otras ciudades y comunidades autónomas, ganase en autonomía", explica Arcila, que ejerce actualmente por cuenta propia.
Las profesoras Eugenia Navarro y Sandra Enzler, de la Facultad de Derecho de Esade, presentaron hace unos días en Madrid y Barcelona, ante un público expectante, un informe sobre la abogacía que incluye una radiografía de las diferencias entre uno y otro mercado. La conclusión del estudio, realizado a partir de las opiniones de abogados, clientes y expertos, es que las diferencias existen. Y no solo existen, sino que son importantes.
La primera de ellas es el hecho de que determinados sectores y operaciones (sector regulatorio, banca, Ibex 35) tienen un mayor peso en Madrid, lo que resta competitividad al mercado de Barcelona. Esta última, sin embargo, reúne un tipo de cliente muy especial: las grandes y medianas empresas familiares. El mercado de Madrid gana también por tamaño, aunque en Barcelona existe un mayor número de despachos medianos capaces de asesorar a grandes clientes. Otra de las diferencias afecta al ámbito internacional: la capital de España arrastra mucho trabajo diferido por las redes jurídicas globales, que entienden que todo lo referido a España ha de ir a allí.
Junto a todo ello, también hay que contar con la particular idiosincracia del empresario catalán, que prefiere confiar sus asuntos a despachos locales vinculados a la sociedad catalana. La cuarta de las cuestiones que se extraen de las opiniones recogidas en el estudio es, sin duda, la más polémica: existe la percepción de que en Madrid se pueden cobrar honorarios más altos que en Barcelona, "incluso por el mismo tipo de trabajo".
"Creo que en Madrid los honorarios son más altos porque el tipo de operaciones también es diferente", señala Eugenia Navarro, coautora del informe. En Barcelona -explica- "hay un mayor enfoque hacia los clientes, mientras que en Madrid es más hacia operaciones".
Una opinión que suscribe plenamente Víctor Xercavins, socio del área de fusiones y adquisiciones de Cuatrecasas, Gonçalves Pereira en Barcelona. "Sin duda los dos mercados son muy sofisticados y, desde un punto de vista técnico, la práctica profesional es muy similar", apunta. Pese a insistir en los riesgos que conllevan las generalizaciones, Xercavins confirma que "tradicionalmente" se ha aludido siempre a diferencias entre ambas plazas, como el tamaño de las operaciones -mayor en Madrid- o el hecho de que en Barcelona se tiende a tener un mayor nivel de interlocución con la propiedad de la empresa. "Quizá ligado a todo a lo anterior, los honorarios que se pagan en Madrid puedan ser mayores que en Barcelona. Pero, personalmente, veo con especial reserva este punto".
Gonzalo Rodés, socio de Gómez-Acebo & Pombo en Barcelona desde 2009, fecha de la integración de Rodés & Sala en la firma, también matiza la existencia de diferencia de precios. "Lo de los honorarios, a mí, personalmente, me sorprende mucho. Creo que la batalla en este campo se produce más entre despachos grandes y despachos pequeños en la misma ciudad. Nosotros no aplicamos diferencias geográficas en cuanto a precio, lo que marca ese aspecto es el tipo de asunto. Eso no excluye, por supuesto, que se haga un esfuerzo económico por un cliente con el que la relación es sólida por encima del asunto de que se trate".
El socio de Gómez-Acebo en Barcelona insiste también en que el nivel de exigencia en ambas plazas es el mismo. "Es cierto que en Cataluña hay más proximidad al propietario; el mercado es más pequeño y más próximo. Aquí, si creas el contacto, lo tienes para siempre, pero que tengas el contacto tampoco quiere decir que tengas el trabajo. En ese sentido, es posible que en Madrid sea más fácil entrar". Pese a todo, cuando se le pregunta por la diferencia de lengua, deja claro que no supone una barrera para el abogado forastero. "Si eres un recién llegado, nadie va a cuestionar que no conozcas el catalán".
Agustín Bou, socio de Jausas, sí confirma la existencia de una destacable diferencia de precios entre ambas plazas. "Es cierto que en determinados asuntos mercantiles la variación de precios entre Madrid y Barcelona puede superar el 30%. Es más, se puede llegar a cobrar hasta un 40% menos".
Bou sustenta su análisis en el distinto tejido empresarial que existe en uno y otro mercado. "Cuando hablamos de un cliente internacional, no existen diferencias. Sin embargo, Cataluña tiene un tejido de empresas basado en la pyme, con costes mucho más ajustados. En Madrid existe más intermediación y más grandes empresas, en las cuales el primer parámetro no es tanto el coste como el tipo de servicio".
El socio de Jausas suscribe también otro de los aspectos mencionados en el estudio de Esade: el hecho de que en Barcelona es más frecuente que el abogado trate con el propietario de la compañía, mientras que en Madrid el interlocutor suele ser un gestor. "En el segundo caso entra en juego un factor muy importante: la responsabilidad. Cuando hay que reportar un mal resultado jurídico ante un consejo de administración, el gestor se siente más respaldado si puede argumentar que la firma que contrató es la número uno según uno u otro ranking", algo que no influye cuando la relación es con el propietario. De esa dicotomía propietario/gestor se deriva otra importante diferencia. "La fidelidad se paga mejor en Barcelona que en Madrid. La fidelidad del directivo es más frágil porque aparece y desaparece. Madrid, como plaza, es también más cruel; la competencia es terrible".
¿Es Madrid percibido como un mercado legal más internacional que Barcelona? "En ambas ciudades se manejan temas internacionales con plena solvencia, pero la vis atractiva de Madrid y la potencia de sus despachos es posible que haga que una compañía gallega, andaluza o vasca se incline más por abogados en Madrid para un tema internacional. Algo parecido ocurre con los extranjeros: se aproximan a Madrid por defecto", señala José Antonio Arcila. Como apunta Eugenia Navarro, en Barcelona "el negocio internacional no ha conseguido crecimientos espectaculares, porque tiene que crecer con el tejido empresarial local y con honorarios más ajustados".