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Crisis financiera

La semilla de la catástrofe, en 600 páginas

La Comisión de Investigación de la Crisis Financiera de EE UU detalla los excesos y la despreocupación que abrieron el abismo.

Al principio, Gary Crabtree sintió orgullo al comprobar que su lugar de nacimiento, Bakersfield a unas 110 millas al norte de Los Ángeles 'había sido finalmente descubierta por otros californianos'." La ciudad estaba renaciendo inmobiliariamente. "No obstante, Crabtree, un tasador durante los últimos 48 años empezó a pensar que las cosas empezaban a no tener sentido".

Esta es parte de la narración de la burbuja inmobiliaria que se creaba en el horizonte, no tan lejano, de la economía americana y ya se percibía a mediados de la pasada década. Está incluida en un libro recién hecho público (www.FCIC.gov) de más de 600 páginas. Sus autores son la mayoría demócrata de un panel, la Comisión de Investigación de la crisis financiera, creada en 2010 por el Gobierno y el Congreso de EE UU para buscar causas de uno de los periodos más complicados de la historia financiera de EE UU y el resto del mundo. O quizá el que más.

Según dijo a esta Comisión Ben Bernanke, presidente de la Fed, "septiembre y octubre de 2008 fue la peor crisis financiera en la historia global, incluyendo la Gran Depresión". Lo dice un académico especializado en los inquietantes años treinta que también admite que 12 de las 13 mayores entidades financieras del país, incluida Goldman Sachs, estuvieron a punto del colapso en apenas dos semanas. Morgan Stanley era entonces una de las más vulnerables y los hedge funds drenaron la liquidez.

El voluminoso informe presenta la crisis desde una gran variedad de ángulos gracias a que los comisarios, la mayoría de ellos elegidos por el partido demócrata y la minoría por el republicano, han podido hacer desde mayo más de 700 entrevistas a personas a las que se les ha obligado a testificar y han examinado miles de correos electrónicos. La primera de las conclusiones que ha sacado esta Comisión, y en eso están de acuerdo todos, es que la crisis podría haberse evitado. La segunda, y es ahí, donde están las discrepancias que ha dividido a la Comisión, es que esta tuvo muchos padres.

Para los redactores del libro las culpas se pueden empezar a asignar en los noventa al Gobierno de Bill Clinton, que contribuyó a la desregulación de los mercados, sobre todo en materia de banca y derivados. Pero la lista es larga e incluye a altos cargos de Washington y Wall Street. Entre ellos, a Bernanke, quien, pese a su bagaje, fracasó en su misión de ver venir la crisis. Alan Greenspan, predecesor de este en la Fed, también recibe el rapapolvo por su afán desregulador y no vigilar ni ayudar a desarrollar estándares hipotecarios que evitaran la entrada de elementos tóxicos en el mercado. La Comisión cree que decidió no actuar.

El informe describe una cultura permisiva, una gestión en las altas esferas financieras que confundió el riesgo con el juego, falta celo profesional o suficiente competencia para ello. También hay fraude a muchos niveles aunque no se menciona nunca la palabra "crimen". En el capítulo en el que Crabtree da cuenta de su sorpresa ante el fenómeno inmobiliario de Bakersfield se da cuenta de que muchas transacciones eran un fraude piramidal que involucraban a los mayores prestamistas del país.

El informe ofrece nuevos detalles sobre la precaria situación y despreocupada gestión de firmas como AIG y Citi, las dos rescatadas con dinero público además de la "debilidad con la que la Fed de Nueva York supervisó a este último banco", a decir de la propia Fed en 2009. El responsable de este regulador era Tim Geithner, hoy secretario del Tesoro. Citi, uno de cuyos primeros responsables era Robert Rubin, ex secretario del Tesoro con Clinton, fue apercibido por un regulador de que estaba tomando riesgos excesivos. Llegaron a oídos sordos.

El libro, supervisado por el presidente de la comisión, Phil Angelides, destapa la connivencia con la que algunos inversores y bancos, como el hedge fund Magnetar y Merrill Lynch, crearon productos de inversión inmobiliaria destinados al fracaso para apostar en su contra cuando el resto del mercado, en el que se había perdido la transparencia, no sabía de estos arreglos. Stanley O'Neill, consejero delegado de Merrill admitió que había una ligera idea de que las titulizaciones hipotecarias estaban causando fuertes pérdidas, algo que no le impidió salir de la firma con 161 millones de dólares como compensación.

El entretenido informe, no obstante, no es producto del consenso porque los republicanos no lo asumen y además llega tarde pues no puede ayudar al proceso de reforma regulatoria financiera ya que la ley se aprobó en verano. Pese a todo se prevé que sea un superventas o un éxito en descargas de internet.

La insalvable división partidista

En los años treinta, el abogado Ferdinand Pecora presidió una comisión para investigar qué había pasado en el sistema financiero. Las vistas orales de ese Panel costaron el puesto a varios altos cargos de bancos de EE UU y sus conclusiones dieron lugar a la creación de la SEC, el regulador de los mercados. En 2011, será difícil que otra comisión creada a imagen y semejanza de la de Pecora deje la huella que dejó esta.La comisión, con seis personas elegidas por los demócratas y cuatro por los republicanos, se dividió a finales de 2010 ante la imposibilidad de sacar las mismas conclusiones de las evidencias que tenían ante si.El informe de la minoría republicana, de apenas 26 páginas, no carga las tintas contra Alan Greenspan, aduciendo que los tipos bajos que mantuvo desde 2001 "podrían haber contribuido a crear la burbuja de crédito pero no la causaron", y elimina las referencias a Wall Street mientras carga las tintas contra las hipotecarias semiestatales, Fannie Mae y Freddie Mac, por alimentar la burbuja financiera.

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