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Tribuna
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Todos perdemos en la guerra de la 'ley Sinde'

Es difícil ponerse de acuerdo sobre la protección de los derechos de autor, la libertad de navegación y sobre cualquier otra cosa cuando quienes discuten viven en universos paralelos. En el Universo Sparrow, los héroes, ayudados de las probas autoridades marítimas, solo buscan rescatar el producto de su esfuerzo creativo de las sucias manos de unos fuera de la ley malacostumbrados a raptar obras ajenas y violar bellos derechos. En el Universo Vader, los navegantes rebeldes se resisten como pueden a los abusos de un imperio oscuro que quiere someter a los últimos paladines de la libertad individual. Con todos los respetos de alguien que cree lo justo en multiversos y que le tiene cariño al sentido común, creo que así no vamos a ninguna parte.

Me llamo Javier Sánchez y he sido uno y otro, tirio y troyano. He sido directivo de uno de los grandes en telecomunicaciones, he producido contenidos para las cadenas de televisión, he creado formatos y he agregado contenido. Me he ganado la vida con el acceso a internet y con el contenido que soporta ese acceso y, sobre todo, he sido y soy un emprendedor que lleva años dedicado precisamente a buscar una vía de entendimiento entre los defensores de los derechos de autor y el público internauta.

Hace cuatro años, fundamos ADNstream una televisión por internet que distribuye películas, series, dibujos animados y documentales a través de diversos dispositivos conectados a internet. Lo hicimos convencidos de que empresas como la nuestra son la solución al mal llamado problema de la piratería. Que cuanta más oferta de calidad seamos capaces de generar, menos incentivo habrá para buscarse la vida que es lo que, básicamente, está haciendo la gente.

La piratería nunca desaparecerá, siempre estará ahí y aunque les parezca increíble es muy pequeña comparada con la oportunidad gigante que tenemos delante de nuestras narices gracias, en gran parte, a internet. Estamos hablando de un mercado masivo, más grande que el de la televisión tradicional y el cine juntos. Hablamos de un consumo potencial en cualquier momento, en cualquier lugar, desde cualquier dispositivo.

La naturaleza es sabia y siempre busca el camino más corto. ¿Para qué voy a ensuciarme las manos intentando ver una película pixelada en una web llena de trampas publicitarias o esperando horas para bajármela si pulsando dos botones y en 30 segundos puedo verla con calidad en el dispositivo que yo quiera? Ese día, el día que el servicio oficial proporcione una experiencia mejor que el ofrecido por el no oficial, se habrá acabado la piratería. El problema es que hoy sucede más bien lo contrario y, claro, así nos va.

La solución ya la he dado. Y ahora me permito unos humildes consejos a los combatientes en esta guerra suicida:

l Al Gobierno: saquen ustedes o no adelante la ley Sinde, ¿por qué no organizan un debate serio entre las partes involucradas de forma que nuestro querido país no se quede a la cola de internet una vez más? Que nos jugamos mucho y es su responsabilidad… Huyan ustedes de recursos sucios como éste de la patada en el módem, con el que cerrar webs con autoridad administrativa y no judicial.

l A la industria audiovisual: a grandes problemas, grandes remedios. Los contenidos deben fluir mucho más o perderán ustedes el control, en ventanas de explotación adecuadas a los tiempos modernos y a precios asequibles tanto para sus clientes directos como para los clientes finales. Es muy importante que entiendan que para que ustedes ganen, la piratería no tiene por qué fracasar.

l A los internautas y asociaciones que les representan: no todo vale. Existe lo que se denomina uso razonable del servicio. No se puede estirar el argumento de la libertad en internet para darle cobertura a negocios que basan su proceso productivo en una materia prima que no es suya y que además obtienen a coste cero. Como en todo cambio de ciclo el intermediario debe adaptarse o morir, de acuerdo, pero el creador tiene que ser remunerado por su trabajo siempre.

l A las operadoras: don't be evil… Con la neutralidad de la red no se juega a menos que quieran ustedes acabar con la innovación de un plumazo.

De todos es sabido que cuando alguien se mete a separar a dos contendientes se puede llevar alguna torta. En mi caso he descontado ya ese efecto aunque lo que me acerca a mi escritorio a escribir este artículo es la buena voluntad de aportar mi experiencia en lo que estoy viviendo en primer línea.

Como decía en el título del artículo gane quien gane la batalla de la ley Sinde, esta guerra la perderemos todos… a menos que nos pongamos las pilas.

Javier Sánchez. Fundador y presidente de ADNstream.com

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