El soberano abrazo de China

El Tesoro de la República Popular China está dispuesto a echar una mano a sus colegas de los países periféricos de Europa en la crisis de la deuda soberana. Ya ha comprado paquetes significativos de papel irlandés y portugués, y ha anunciado que proseguirá con su política de colaboración con la eurozona. Bienvenido sea. Pero que nadie olvide que el sacrificio de China no es en absoluto desinteresado, como no ha sido desinteresada la compra masiva, hasta el grado de acumulación, de títulos de deuda norteamericana.

Pekín ha acaparado la deuda norteamericana emitida en dólares, y pretende hacer lo mismo con la europea emitida en euros, por intereses propios. En primer lugar, y siguiendo el manual del inversor prudente, para tener la seguridad del cobro del cupón. Pero fundamentalmente para sostener los niveles de riqueza relativa de los emisores, que solo lo pueden hacer con recurso al endeudamiento público, y de la propia economía china, cuya máquina manufacturera y exportadora depende de la demanda de los países ricos. Tal intercambio de intereses es razonable mientras no se utilice para ganar posiciones en los mercados de bienes, maniatando el tipo de cambio, tal como hace sin disimulo Pekín. Lo que hoy puede ser una solución, quizá se torne en un problema en el medio plazo.