Rumbo a una nueva negociación colectiva
El panorama que se encuentra el que será cuarto presidente de CEOE en sus tres décadas largas de historia no es precisamente alentador. Para una organización creada con el propósito de defender la libre empresa y representar y gestionar los intereses de los empresarios ante la sociedad, la lentísima salida de una recesión que se ha llevado por delante a centenares de miles de pymes dibuja un cuadro general de actuación complejo. En este sentido, la patronal presidida por Juan Rosell deberá hacer esfuerzos sinceros para lograr acuerdos que desbloqueen la salida de la crisis.
Desde comienzos de la década que ahora termina, los agentes sociales habían dado muestras de responsabilidad sentando las bases para un ciclo de moderación salarial y corrección de los desvíos inflacionistas que impulsó a la economía y benefició a trabajadores y empresarios. Sin embargo, no han actuado con la misma responsabilidad la hora de emprender las reformas estructurales que se han demostrado acuciantes a raíz de la última recesión. Los agentes fracasaron en su intento de consensuar una reforma del mercado laboral después de cerca de dos años de negociaciones. Como resultado, y ante las presiones de los socios europeos, el Gobierno aprobó a comienzos de verano un decreto que contó con el rechazo de aquellos.
La siguiente oportunidad de aportar a la recuperación se presenta en el desarrollo de la reforma ya aprobada en el Congreso. Pero otro aspecto, tal vez aún más decisivo, será el del sistema de la negociación colectiva, cuya rigidez actual explica, en buena medida, el peor comportamiento del empleo en España respecto a socios europeos como Alemania. Las dificultades para adaptar las condiciones empresariales al contexto económico claman un acuerdo por parte de sindicatos y empresarios, cuya consecución debería potenciar el nuevo liderazgo de Rosell. Igualmente, los esfuerzos de moderación salarial y garantía de poder adquisitivo deberían mantenerse como guía negociadora en los próximos años.
Pero el próximo presidente de CEOE heredará también una patronal con numerosas heridas internas y que ha perdido prestigio a marchas forzadas ante el empresariado y la sociedad en general. El mandato de su antecesor, Gerardo Díaz Ferrán, ha coincidido en el tiempo con la crisis financiera y, al compás de la dura evolución empresarial, se ha visto salpicada de momentos desagradables en el núcleo de la organización. Uno de ellos, la salida, a instancias suyas, del que fuera vicepresidente y secretario general durante 23 años, Juan Jiménez Aguilar. Pero el vaso se colmó con los problemas empresariales del propio Díaz Ferrán, responsable de que decenas de miles de trabajadores hayan perdido su empleo sin siquiera cobrar todos los salarios devengados. En este punto, la decisión de Rosell de dejar a su antecesor al frente de la Fundación CEOE mantiene la tradición de la casa, pero no corta del todo con un pasado reciente oscuro como pretendía hacerlo la candidatura de Herrero.
