Lotería en la CEOE
El nuevo presidente de la CEOE, Juan Rosell (1957, ingeniero industrial por la Politécnica de Barcelona y presidente de OMB de Sistemas Integrados para la Higiene Urbana y de Congost Plastic), ha lanzado nada más ganar las elecciones un par de mensajes a tener muy en cuenta.
El primero, la Administración urge una potente liposucción. En su opinión el Estado se ha hecho "muy voluminoso" y hay que ver "qué grasas se podrían reducir" en todos sus ámbitos. "No hay que tener miedo" a aplicarle "reconversiones", como han hecho diversos sectores privados. Hay que identificar y cortar esas grasas, vino a decir, porque lo importante es tener una Administración "fuerte y sobre todo eficiente".
Bueno, nada nuevo para un liberal confeso amante de Hayek.
Segundo mensaje: Hay que "ayudar y aplaudir" a los partidos para que hagan las reformas que "tengan que hacer", que debido a la situación económica son "imprescindibles" e "ineludibles", y que han de poner en marcha aunque puedan "perder votos en el corto plazo".
Y que oiga el que quiera oír; pero que lo haga antes que nada en términos de más empleo y menos paro.
Cuarto mensaje: Y todo lo anterior con un afán por "ampliar las bases del consenso social" para construir "puentes de entendimiento" con los sindicatos. "Hay que ayudar a los más débiles para que puedan progresa con trabajo y esfuerzo".
Sobre las formas: Rosell se compromete a defender los intereses de los empresarios con "gallardía [bizarría y buen aire, especialmente en el movimiento del cuerpo; pero también, esfuerzo y arrojo en ejecutar las acciones y acometer las empresas] y honestidad".
Después de tres años y medio en que no sólo no ha sacado ni la pedrea, sino que no ha parado de recibir pedradas, ¿le ha tocado la Lotería a la CEOE? Esperemos a ver. Pero los empresarios requieren quien recupere una imagen perdida a manos de maniqueos que, sobre los verdaderos creadores de empleo y riqueza, propalan irresponsablemente conceptos anacrónicos más fáciles de sembrar cuanto peor es la crisis.