Atraer al inversor especializado
De vez en cuando conviene recordar que los inversores de capital riesgo privados nos debemos a nuestros inversores, a todo ese conjunto de entidades financieras, fondos de pensiones, sociedades, family offices y particulares que nos han dejado unas cantidades importantes de su capital para que lo gestionemos y, pasados unos años, se lo devolvamos con la rentabilidad que les habíamos anunciado. Si ellos no reciben este resultado, nosotros, los gestores, tendremos un problema, ya que nos resultará muy difícil volver a convencerles para que inviertan en nuestros fondos sucesores, hasta el punto que podemos vernos obligados a olvidarnos del capital riesgo y cambiar de actividad.
Con esta foto fija, quizás es más fácil entender los criterios por los que los inversores de capital riesgo nos movemos a la hora de seleccionar las compañías en las que invertimos. ¿Adversos al riesgo? No. ¿Moduladores del riesgo? Evidentemente, ya que intentamos que el número de fracasos en nuestra cartera de inversiones sea el menor posible para así maximizar la rentabilidad de nuestros inversores.
Ahora bien, ¿cómo modulamos el riesgo? Conociendo muy bien el sector en el que invertimos. A modo de ejemplo, pongamos el caso de un fondo de capital riesgo que únicamente invierte en compañías que estén desarrollando productos terapéuticos, de diagnóstico o de tecnologías médicas con aplicación a la salud humana. Esta especialización permite desbrozar muy bien los proyectos, valorar sus potenciales y ver las posibles vías de solucionar las deficiencias que a priori se pueden localizar. El riesgo biológico o técnico está innato en este sector y en este tipo de inversiones, pero saber al menos cuándo se puede producir y la existencia o no de alternativas es un factor importante a la hora de tomar la decisión de inversión.
Y en este contexto, contar con otros inversores especializados dispuestos a compartir la inversión en una compañía es un elemento crucial, no solo porque permite que la empresa disponga de la financiación suficiente para acometer su plan de desarrollo, sino porque en los distintos momentos en los que haya que tomar decisiones fundamentales la aportación conjunta de todos los inversores puede ser la clave del futuro de la empresa y del éxito o del fracaso de la inversión.
En España nos falta la presencia de estos inversores especializados. En la medida que los inversores especializados nacionales coinvirtamos con los internacionales fuera de España estaremos facilitando que descubran el potencial del sector en nuestro país y se animen a analizar proyectos de compañías españolas que hasta ahora han estado excluidas del punto de mira del capital riesgo internacional especializado.
Pero, ojo, sus criterios son los mismos: se deben a sus inversores. Por lo que buscarán que confluyan la existencia de buenos proyectos, buenas compañías y buenos inversores especializados con los que coinvertir. Si entre todos hacemos posible que esto ocurra, el sector de ciencias de la vida español habrá dado un importantísimo paso hacia adelante, hacia su consolidación y hacia el reconocimiento que la ciencia española se merece. Sin duda la pasada celebración de Biospain en Pamplona habrá contribuido a que todo esto sea una realidad en breve.
Julia Salaverria. Socia de Ysios Capital Partners