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Fondos

La banca domina el mercado

La competencia brilla por su ausencia en la industria española de fondos de inversión.

Todos sabemos que España ha experimentado una de las mayores burbujas inmobiliarias y de activos del mundo desarrollado. La revisión de estadísticas varias pone de manifiesto que solamente algún país concreto como Irlanda o Australia pudo vivir una situación especulativa de calibre comparable. A pesar de ello, nuestro sistema financiero ha aguantado hasta ahora razonablemente bien, a diferencia de muchos otros países de primera línea económica, que han tenido que rescatar de la quiebra más absoluta a una buena parte de sus entidades de referencia.

Indudablemente, el escaso desarrollo de la banca de inversión (con la consiguiente adquisición de activos tóxicos) o la política de reservas instaurada hace ya muchos años por el Banco de España han contribuido a esta situación relativamente positiva. Aunque no se pueda obviar la dificultad por la que atraviesan algunas entidades, particularmente las cajas de ahorros.

Estos hechos son bien conocidos, pero menos mencionada y quizás menos conocida por el gran público es la eficiencia y la competitividad de buena parte de la banca nacional, particularmente en lo que concierne a su banca comercial. Una buena prueba de ello es el éxito que han venido cosechando algunos de los principales bancos del país en sus procesos de expansión internacional.

Otra son los ratios contables relativos que exhiben buena parte de los bancos españoles con respecto a sus competidores internacionales. Más allá de los datos financieros, la propia experiencia personal de aquellos que hemos trabajado durante años en países extranjeros pone de manifiesto que el funcionamiento y la agilidad de la banca nacional se ha venido comparando de manera favorable, incluso con países que son la cuna de los sistemas financieros modernos, como el Reino Unido o de la Europa Central, por ejemplo.

Resumidamente, la banca tradicional (el núcleo y la tendencia de moda en el sector financiero tras las debacles sufridas en la banca de inversión) es uno de esos sectores en los que España es un país puntero del que nos podemos sentir orgullosos y que previsiblemente en los próximos años contribuirá a la mayor internacionalización de la economía española y a la creación de riqueza.

Esta situación se presentaría como poco menos que impensable vista desde hace solo unas décadas, cuando la banca española poco menos que trataba de ponerse al día con los tiempos de creciente automatización e informatización de los procesos. ¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí?

Regulación

Pues bien, la opinión es prácticamente unánime: el marco regulatorio favoreció el desarrollo de un marco de competencia entre las entidades nacionales y de apertura a la competencia de entidades internacionales que no tenían grandes barreras a la hora de entrar en el país. Esta situación contrastaba con la de otros grandes países europeos, como Francia, Alemania o Italia. La pequeña y mediana banca podía expandirse rápidamente si su eficiencia y buen hacer la respaldaban. El incentivo para perseguir y conseguir la excelencia estaba por tanto presente. La banca española, por tanto, aprobó con nota.

Fondos de inversión

Desgraciadamente este escenario se torna radicalmente diferente en la industria de gestión de activos.

Es evidente que nuestra presencia en este sector a nivel internacional es testimonial. No tenemos grandes nombres en la industria de gestión de fondos de inversión, pensiones o seguros de ahorro a nivel internacional, al contrario que Reino Unido, Alemania o Francia.

Mi experiencia como analista de fondos y de la industria de inversión colectiva en España en general es que simplemente nuestro desempeño en términos agregados en este sector no se encuentra a la altura de lo que debiera esperarse para una economía y un sector financiero como el español. Se trata, por tanto, de uno de nuestros puntos débiles y que entraría de lleno dentro de ese programa de reformas estructurales que necesita la economía española.

La distribución de fondos (y otros productos de inversión) adolece de lo que se denomina arquitectura cerrada. La industria de fondos doméstica se ve dominada por unas pocas entidades que copan más del 80% del patrimonio gestionado. Esta situación, lejos de tener que ver con la excelencia en la gestión, se deriva de un mercado cautivo a través de potentes redes de distribución que dirigen a inversores poco informados hacia productos propios, independientemente de su calidad intrínseca.

Por ello, no es de extrañar que pequeñas gestoras de fondos independientes, tras acumular un excelente histórico de rentabilidad, sean incapaces de captar un patrimonio significativo.

Por el contrario, en mercados como el suizo, donde la distribución es bastante abierta o Francia, donde también se encuentra bastante bancarizada, las pequeñas gestoras de calidad son capaces de abrirse camino rápidamente.

Este tipo de ineficiencias del mercado de gestión de activos español son resultado de su proteccionismo y de la falta de un asesoramiento independiente de calidad que sea capaz de transmitir la información desde el proveedor del producto al inversor final.

Así, el pasado año 2009 y el presente ejercicio 2010 han sido testigos de un destacado crecimiento de los fondos de inversión internacionales que, según los últimos datos de Inverco, gestionan más de 41.000 millones de euros, frente a los poco menos de 145.000 millones de los fondos domésticos. Estos fondos vienen a ser una selección de los mejores y son registrados por algunos de los más grandes y/o mejores gestoras de fondos a nivel internacional. Este dinamismo (solo igualado por Suiza e Italia) se debe sin embargo a factores como la situación de miedo doméstica o a la necesaria internacionalización de las carteras de inversión pero de momento poco tiene que ver con la transformación de la industria hacia una verdadera arquitectura abierta.

Kessler & Casadevall Asesoramiento Financiero.

El papel de los de fuera

El número de fondos de inversión extranjeros registrados en la CNMV para su comercialización se sitúa en 113 en lo que va de 2010. Esta cantidad supone un aumento del 63,8% respecto a las 69 instituciones de inversión colectiva extranjeras a los que el supervisor español dio el visto bueno en todo el ejercicio 2009. El patrimonio de los fondos extranjeros se sitúa en unos 41.000 millones de euros, frente a los 145.000 millones que atesoran los fondos españoles.

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