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Columna
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Protestas y déficit en Reino Unido

Los disturbios de los estudiantes en Londres parecen peor de lo que son. El Gobierno de Reino Unido ha saltado un importante obstáculo al ganar una polémica votación para subir las tasas universitarias, el desencadenante de las protestas. Las reformas fiscales se mantienen intactas y eso le hace acreedor de la confianza. Mientras las reformas de la educación superior no van a liquidar el déficit del Reino Unido por sí solas, simbolizan el compromiso de la coalición para arreglar las finanzas del país. Sin la disciplina fiscal mostrada, Gran Bretaña habría llegado a ser equiparada con la periferia de la zona euro. Pero habiendo calmado hasta ahora los temores con prudencia fiscal, Reino Unido ha sido capaz de conservar más del gasto público, tan admirado por los descontentos.

Es cierto que el rendimiento de los bonos ha aumentado en las últimas semanas. Pero es porque el crecimiento económico parece más prometedor y la inflación está controlada.

Los riesgos reales permanecen, por supuesto. Las fisuras en la coalición entre conservadores y liberaldemócratas pueden acentuarse. Las tasas universitarias han llegado a ser un tótem para los LibDem, el socio minoritario, mucho más que cualquier otro imperativo para apretarse el cinturón. Los futuros recortes en las prestaciones sociales pueden ser mal recibidos por los políticos de izquierda de la coalición. Pero es poco probable que los descontentos desafíen al Gobierno de la misma manera que los estudiantes. Mientras tanto, es difícil ver a los LibDem colapsando la coalición.

La coalición ha quedado magullada después de la lucha por las tasas de matrícula. Pero no hay duda de que el Gobierno sigue en pie. El liderazgo está mejor equipado para el largo camino hacia el balance presupuestario.

Por Robert Cole.

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