2.000 donde pone 30.000
La crisis del ladrillo ha dejado por muchos parajes un desolador panorama. Urbanizaciones enteras a las que nunca llegaron las viviendas o barriadas de nueva construcción cuyas casas no se han ocupado. La culpa fue del desplome de la demanda y también de la previsión desmedida de miles de ayuntamientos y promotores.
Durante el boom muchos municipios creyeron que podrían hasta quintuplicar su población en poco tiempo gracias a la inmigración y esos vecinos necesitarían una casa donde vivir. En aquellos mastodónticos planeamientos, sin embargo, nunca había sitio para ubicar industrias. Ahora, a las comunidades, que son las que aprueban esos planes generales, les toca decir no. "Donde ponían que se edificarían 30.000 pisos, admitiremos 2.000", advierte un responsable autonómico.