El arte del coqueteo entre bancos y cajas
La reestructuración de las cajas de ahorros es ya una realidad. A principios del próximo año el número de cajas se habrá reducido considerablemente, al pasar de 45 a 17 en solo seis meses. Todo un récord.
Tras la reforma de la mitad del sistema financiero español la pregunta es ¿y los bancos medianos, seguirán la senda de las cajas y se fusionarán entre ellos para lograr formar grupos en teoría más solventes y de mayor tamaño? Habrá que esperar para conocer la respuesta. Pero si nos atenemos a lo que contestan sus responsables cuando se les formula esta pregunta todo parece indicar que sí habrá movimientos, pero todos quieren ser los protagonistas de la operación. Algo imposible.
Pese a ello, prácticamente todos los bancos medianos españoles están reforzando su estructura accionarial y directiva. Todos menos Banesto y Pastor, aunque cada uno de ellos por razones distintas.
Desde que se inició la crisis financiera en 2007 Banco Popular ha tomado alguna medida. Primero, adquirió un pequeño banco en EE UU -pensaba, como todos, que la crisis pasaría al cabo de unos meses. Se equivocó como todos-. Luego fusionó todos sus bancos regionales.
Y hace unas semanas completó una operación que no solo le proporcionó unas sustanciosas plusvalías, sino que consiguió reforzar su núcleo estable de accionistas. Ha constituido al 50% un banco comercial con Crédit Mutuel, que opera en España. Para ello, vendió al grupo francés 123 sucursales de su red. A su vez, Crédit Mutuel ha entrado en el capital de Popular con el 5%, porcentaje que le da derecho a sentarse en su consejo. Así el banco que preside Ángel Ron logra reforzar su blindaje. El consejo controla alrededor del 38% del capital. Esta participación hace difícil que otro grupo lance una opa sin acuerdo con los inversores de este banco. Pese a que su valoración bursátil vaya goteando. En el año su cotización ha caído un 19%, con lo que su valor en Bolsa suma 5.721 millones de euros.
El mercado, no obstante, apunta a una nueva venta de Popular para obtener plusvalías y fortalecer sus recursos propios. Esta vía, siempre según el mercado, iría acompañada de cambios en la cúpula, y de una operación de mayor envergadura a medio plazo, aunque portavoces del banco descartan estas modificaciones. Pese a todo, algún que otro banco o incluso una gran caja estarían dispuestos a compartir iglesia y matrimonio con Popular.
Bankinter, mientras, también ha experimentado uno de sus mayores giros desde su constitución hace casi 45 años. Su principal accionista y creador, Jaime Botín, parece que se ha cansado de jugar al escondite francés con Crédit Agricole, segundo accionista del grupo con el 23% del capital, y ha optado por demostrar al mercado quién es el principal titular de Bankinter. Y a la vez, quién manda. Ha informado que prácticamente tiene el 30% del capital del banco. Ha colocado, junto al resto del consejo del banco afín a Botín, a su hijo como vicepresidente ejecutivo, con responsabilidades directas en el día a día de Bankinter y ha provocado la dimisión del hasta octubre su consejero delegado, Jaime Echegoyen. Le ha sustituido Dolores Dancausa, ejecutiva que la semana pasada ya realizó todo un cambio en la directiva del banco.
Bankinter dice que quiere crecer ahora con compras, pero lo tiene complicado. Su cotización ha caída un 41,26% en el año y su capitalización asciende a 1.988,4 millones. Eso sí, cuenta con la familia Botín de principal accionista, y cualquier operación corporativa debe pasar por su decisión. No en vano, el consejo de Bankinter controla más del 40% del banco.
Lo mismo sucede con Pastor. Este banco no ha modificado ni su cúpula ni accionistas en los últimos meses. Pero si otro rival quiere lanzar una opa sabe que ineludiblemente debe pasar por la aprobación de la Fundación Barrié de la Maza, que controla el 42% del capital. Entre esta participación y accionistas afines a la presidencia el blindaje del capital llega casi al 60%. Por ello, si en un momento dado necesita hacer una ampliación de capital sus responsables aseguran que no tendrían dificultades en cubrirla.
Sabadell acaba de adquirir Banco Guipuzcoano, y no dudaría en comprar más bancos, aunque lo tiene ahora complicado.
Pero es curiosamente Banesto, la joya de la corona de Santander durante varios años, cuyo futuro provoca entre los inversores mayores incertidumbres. La salida de su ya ex presidenta, Ana Patricia Botín, y de dos de los principales ejecutivos del banco, con responsabilidad en riesgos y de finanzas, y el nombramiento de un presidente no ejecutivo del banco como Antonio Basagoiti, han levantado todo tipo de especulaciones. Pero hay más.
El mercado considera que las recomendaciones facilitadas a la red para frenar el crédito solicitado a medio plazo -el hipotecario y el de empresas- hasta que amaine el temporal financiero, unido a la debilidad del negocio bancario en España -lastre del que Santander se viene quejando en los últimos meses- suponen un giro muy significativo en la estrategia del grupo.
Banesto también ha perdido glamour en Bolsa, y no se descarta que el jueves pueda dejar de cotizar en el Ibex. Su capitalización es de 4.378,7 millones, con una caída anual del 25,58%. Eso sí, Banesto es una pieza muy valiosa de intercambio para el grupo. Incluso para su venta. Ahora hay bancos extranjeros, como los chinos, con dinero para invertir en banca. También hay cajas que necesitan comprar un banco, y este puede ser Banesto.