Las singularidades de la navegación en pareja durante semanas alrededor del mundo
La navegación oceánica a dos es un mundo con similitudes, pero en ningún caso idéntico, a las otras dos formas de navegación, la navegación en solitario o con tripulación completa. Por eso nació la Barcelona World Race, y por eso esta regata alrededor del mundo para dos parece destinada al éxito. Quienes la han disputado quieren volver; y muchos de los navegantes oceánicos que aún no han afrontado este reto manifiestan sus ganas por hacerlo.
Si alguien pregunta qué tiene la navegación en dúo que atrae tanto a los mejores patrones tanto de la navegación en solitario como a regatistas bregados, las respuestas son tan variadas como los deportistas a los que preguntemos. Para unos, se trata de una navegación en solitario en la que puedes descansar y tienes la ventaja de no sentirte completamente aislado; para otros, es un reto radicalmente distinto, el de construir un equipo que no solo sea la suma de dos individualidades, sino la multiplicación de las posibilidades de los dos tripulantes; hay quien considera que la navegación en doble es como la navegación con tripulación completa, con la diferencia de que hay menos manos para realizar el trabajo
La segunda gran diferencia entre una vuelta al mundo en solitario y otra en pareja es la gestión del cansancio. Con otra persona a bordo, se duerme más y mejor, pero hay que tener en cuenta que al movimiento, con las aceleraciones y desaceleraciones del barco, se añade un ruido que puede ser ensordecedor, pues el casco de fibra de carbono actúa como una verdadera caja de resonancia.
Capítulo aparte merece la relación constante de dos personas durante unos tres meses. Durante 24 horas al día, 7 días a la semana, un mínimo de 13 semanas seguidas, cada participante no ve a nadie más que a su compañero, con quien además del trabajo, el cansancio, las dificultades y la comida liofilizada, tiene que compartir un espacio vital que no llega ni a los 10 metros cuadrados.