Un mensaje positivo de las cajas gallegas
Caixanova y Caixa Galicia formalizaron ayer su fusión con la firma ante notario de las escrituras fundacionales de la nueva entidad financiera gallega. Como testigo de honor actuó el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, verdadero artífice de una operación que ha tenido que enfrentarse a numerosas resistencias, principalmente dentro de las dos cajas, que no veían sentido a una alianza con excesivas redundancias geográficas. La implantación de ambas entidades en la práctica totalidad de Galicia (cubren el 95% de la comunidad autónoma) hará necesario el cierre de sucursales y, por tanto, la pérdida de una parte de su actual cuota de mercado. De hecho, ayer los sindicatos mayoritarios de la nueva compañía acordaron un plan de prejubilación que afectará a 1.200 trabajadores de más de 55 años, el 15% de la plantilla total resultante. Cabe pues resaltar que solo la voluntad de los agentes afectados, dispuestos a alcanzar puntos de encuentro, ha hecho posible que una maniobra tan compleja haya tenido éxito.
Cabe confiar en que la nueva entidad, que todavía no tiene nombre comercial, sabrá superar estas dificultades, propias de no haber optado por las más deseables fusiones interregionales. La nueva caja ocupará el quinto puesto en el ranking de cajas, con un volumen de negocio superior a los 100.000 millones de euros. Semejante dimensión aporta potencial suficiente para acudir a los mercados internacionales a captar financiación. Ese momento será el verdadero examen de la nueva entidad, pues su futuro dependerá en gran medida de la confianza que sea capaz de generar entre los inversores internacionales.
El colofón del proceso gallego es un buen recado para los mercados financieros, tan pendientes de la reestructuración de las cajas de ahorros españolas. Sin embargo, la vorágine desatada contra los países del euro tras el rescate de Irlanda ha enterrado la noticia en la avalancha de subidas de las primas de riesgo de países como Italia (22,5 puntos básicos en un día), España (24) o Bélgica (23) que entra en la quiniela de economías a rescatar.
Bajo este prisma, es un acierto la decisión del consejo de la CAM de despejar hoy su proceso de integración en el SIP encabezado por Cajastur, a pesar de las resistencias que han expresado reiteradamente. Se diluye así la incertidumbre sobre esta futura entidad gracias a las presiones del Banco de España, determinantes para que esta caja y otras se hayan incorporado en combinaciones que aseguren su viabilidad. La pretensión de varios miembros de la caja alicantina de haber liderado una nueva entidad ha pasado a segundo plano gracias a la fortaleza del regulador, que debe ser inflexible para que ninguna operación descarrile de aquí a final de año. Sería una imagen nefasta para unos mercados sensibilizados en extremo contra España.