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Javier Monzón

El impulsor de la era tecnológica

el artífice de la multinacional de tecnología española Indra suma a su objetivo de consolidación global la conclusión del mayor centro de control de tráfico aéreo en Alemania.

El impulsor de la era tecnológica
El impulsor de la era tecnológica

Es el artífice de la gran empresa tecnológica de España, una de las más internacionales, rentables y mejor valoradas y Francisco Javier Monzón de Cáceres (Madrid, 1956) presume de ello. Casi dos décadas después de su llegada a Indra, desde su formación en 1993, mantiene el liderazgo en el sector. Un profesional inteligente, hábil e innovador -según sus colaboradores- que supo apostar e impulsar estratégicamente la tecnología de la información en un mercado que en sus principios se mostraba escéptico sobre el éxito de este negocio a largo plazo.

La tecnológica Indra acaba de sumar otro hito en su proyecto de consolidación en el mercado exterior: la compañía ha concluido el mayor centro de control de tráfico aéreo en Europa, concretamente en Karlsruhe, al suroeste de Alemania. Un proyecto de 30 millones de euros que se estrena en diciembre y que incluye un sistema de navegación de cuatro dimensiones (4D), pilar para la implantación del cielo único.

La ilusión y empuje de Javier Monzón en cada actuación que aborda han sido fundamentales para el triunfo de este directivo y de la firma que preside, afirma su amigo desde hace 16 años Pedro Ramón y Cajal, actual secretario de Indra. Economista de profesión, Monzón inicia desde muy joven su carrera como directivo en Caja Madrid donde dirige primero la división de finanzas y después, banca corporativa. Pero en 1984, con apenas 28 años, combina la actividad financiera con la de telecomunicaciones tras su entrada en Telefónica como director de finanzas y más tarde responsable de su internacionalización y desarrollo corporativo. De este periodo cabe resaltar la salida de la empresa a la Bolsa de Nueva York, la primera española en el parqué estadounidense.

Su amplio conocimiento del negocio de las tecnologías lo llevó siete años después al frente del grupo Inisel, integrado en Indra en 1993 durante el Gobierno socialista de Felipe González. Así, Monzón fue el único presidente de las grandes empresas públicas que sobrevivió en el cargo tras la llegada del PP al Gobierno en 1996, como también resistió su posterior privatización tres años más tarde. "Monzón conserva buenos amigos, tanto en el PSOE como en el PP. Ha sabido bailar en las dos aguas gracias probablemente al bajo perfil que mantuvo -y mantiene- durante ese periodo", apunta un colaborador que trabajó con él en la etapa de la privatización.

Este madrileño, de 54 años, es un profesional minucioso. Muy pendiente de los detalles, hasta el punto de gestionar tareas que directamente no le corresponden, cuenta un colaborador durante los primeros años al frente de la compañía. Por ejemplo -explica-, "se encargaba de redactar personalmente los comunicados para la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), supervisaba el salón de reuniones antes de cualquier junta, ordenando cambiar aquello que le desagradaba y se empeñaba en la precisión de las palabras de los comunicados internos y externos". Pero además, recuerda otra de sus tareas casi maniacas: "Vigilar y cuidar constantemente a la compañía en la Bolsa". "Es muy presidencialista", concluye.

Y parece que Monzón no ha abandonado del todo estos hábitos iniciales. Ramón y Cajal resalta cómo una de sus principales cualidades y secretos de éxito es ese "extraordinario cuidado de todos los detalles, pequeños y grandes, que rodea cualquier actuación suya en la vida personal y profesional".

Su primer objetivo al frente de Indra fue consolidar la firma en el mercado español. Y, una vez alcanzado, conquistar otros mercados, con la única intención de convertirse en la primera empresa del mundo dentro del sector. Esta última ha sido su gran apuesta estratégica desde 2005.

La competitividad y la innovación han sido claves. Por eso hoy se sitúa entre las cuatro primeras tecnológicas europeas gracias a su capitalización bursátil de 2.300 millones de euros. Tiene filiales en más de 40 países y desarrollo de proyectos en 106, distribuidos en Europa, América Latina, Estados Unidos, Asia, África y Australia. Pese al éxito exterior, la firma tendrá que hacer frente en el corto plazo a la debilidad del mercado doméstico, golpeado por la crisis.

Indra se ha convertido de la mano de Monzón en una de las grandes empresas de España. También ha sabido capear bien el temporal de la recesión. Una razón más para que Javier Monzón esté entre los 39 empresarios citados este sábado en la Moncloa por José Luis Rodríguez Zapatero para buscar salidas a la crisis.

"Javier Monzón es una persona que siempre está atenta a las necesidades y a las aspiraciones de las personas que le rodean, y las hace suyas", subraya Ramón y Cajal. Sus colaboradores coinciden en que es un directivo muy exigente consigo mismo y con su equipo. Le gusta que se le reconozcan sus méritos. Aunque es de aquellos profesionales a los que, en ocasiones, "les cuesta reconocer sus errores".

En el lado personal, Monzón es discreto. Está casado y tiene seis hijos. Suele esquiar en Navidades, navegar cuando puede y fumar pequeños puros. Su apuesta por la innovación y el talento le han merecido, además, el Premio Penteo 2007.

Ahora su gran sueño es "crear una pequeña Indra" en todas las partes del mundo. Es decir, que opere en cualquier lugar del planeta con las mismas exigencias y estándares de calidad en cuanto a capacidad de producción, contratación y oferta.

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