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Columna
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Fotos en Moncloa y zancadillas en Génova

Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!, gritaba Ricardo III en el fragor de la batalla de Bosworth a la altura de 1485, antes de morir derrotado por el conde de Richmond. Al menos esa es la versión acuñada por Shakespeare en el drama que le dedicó al rey. Ahora ha disminuido la demanda de equinos, pese al esfuerzo desplegado por José Bono con el negocio del picadero y buena prueba es el abandono de la hípica de un jinete preolímpico como Enrique Sarasola ahora pasado al ramo de la hostelería.

La demanda de estos días son las fotos. El señor presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha citado en el palacio de la Moncloa para este sábado a los 37 primeros empresarios del país, que vienen a representar el 50% del PIB, y los jabalíes del Partido Popular claman contra una convocatoria que descalifican como mera búsqueda de una photo oportunity.

El presidente del Gobierno considera su deber reforzar las demostraciones de unidad para salir al paso del cuestionamiento de nuestro país que pasa factura en los intereses crecientes a ofrecer en las subastas del Tesoro precisas para refinanciar nuestra deuda. Sus adversarios de Génova (sede nacional del Partido Popular) no están por la labor y redoblan sus apuestas catastrofistas, convencidos de que el desastre representaría un provecho para acelerar su llegada al poder. Se han instalado en su táctica preferida. La misma que utilizó el ex presidente José María Aznar cuando decidió que utilizaría también el terrorismo como ariete contra el Gobierno de Felipe González.

Es de nuevo el recurso al vale todo sin limitaciones en el uso del arsenal convencional o nuclear para destruir al adversario. En este caso, tratan de invalidar la foto y sus efectos balsámicos antes de que posen los convocados. Solo un malvado puede salir, como hizo el pasado miércoles Esteban González Pons, vicesecretario general de Comunicación del Partido Popular, a los medios para invalidar las cuentas del Gobierno. Una actitud que el portavoz de Economía, Cristóbal Montoro, no ha tenido el coraje de desautorizar.

En todo caso, al señor presidente del Gobierno le corresponde filtrar el ruido que obstaculiza el libre fluir del sistema e impide procesar la avalancha de informaciones para descontaminarlas de modo que se evite el aturdimiento en momentos tan tensos y propicios a la confusión. Napoleón decía de las facultades mentales de su mariscal André Masséna que se redoblaban en medio del estruendo de los cañones. Otro tanto desearíamos respecto de las facultades mentales de nuestro presidente Zapatero para que se atenga a criterios basados en consideraciones racionales, sin miedo a desmerecer ni a perder autoestima.

Con un desprendimiento personal capaz de generar la confianza dentro y fuera del país que es necesaria para evitar que nos despeñemos al modo de otros socios del euro. En otras ocasiones las fuerzas políticas, los sindicatos, los empresarios y hasta los clérigos más esclarecidos supieron anteponer los intereses del país a los intereses particulares. De esa renuncia vinieron nuestros éxitos en una Transición que se erigió en ejemplo y ante dificultades económicas para las que se idearon los Pactos de La Moncloa.

Como escribió El Roto en la leyenda de una de sus viñetas, se diría que en vez de ir a un acuerdo de salvación nacional se prefiere multiplicar el pánico a base del ¡sálvese quien pueda! que nos llevaría a rodar por el precipicio. Porque las dificultades tienen factores psicológicos desencadenantes y nos movemos en un circuito internacional donde los demás corredores interpretan ventajoso el desfallecimiento de cualquiera de los otros.

El Partido Popular debería reflexionar para que desaparezca la impresión de que no quieren más foto que las suyas y que en lugar de presentar soluciones prefieren presentarse como la solución, imbuidos del mesianismo de que ellos son "el camino, la verdad y la vida" y de que fuera de ellos no hay salida. Vale.

Miguel Ángel Aguilar, periodista

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