Los sepultureros en Irlanda
La imagen es digna de algunas de las novelas irónicas de Evelyn Waugh, en particular, de la "negra" trama veterinaria en The Loved One. Aparece pausado, taciturno, detrás del presidente del Eurogrupo y del comisario europeo de Economía. Apenas interviene en la rueda de prensa, salvo para repetir con aire fúnebre la frase temida en más de un ministerio de Hacienda: "Nadie nos lo ha pedido, pero estamos listos para actuar".
La escena se repitió el pasado lunes por la noche en Bruselas, al término de la reunión del Eurogrupo (ministros de Economía de la zona euro). Y quienes escucharon el siniestro tañido de las palabras de Klaus Regling supieron que las exequias políticas de Brian Cowen, primer ministro irlandés, acababan de empezar.
La operación de salvamento de los inversores en Irlanda estaba en marcha. Y Regling, presidente del Fondo Europeo de estabilización financiera, preparado para enterrar al Gobierno irlandés con unos préstamos multimillonarios destinados a enjuagar las pérdidas del sector financiero de la isla.
El trabajo sucio en Irlanda lo hacen desde hoy los equipos del Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Ellos tomarán las medidas del féretro fiscal y Regling enviará la factura desde sus pompas fúnebres en el número 43 de la Avenida J. F. Kennedy, en Luxemburgo (otro oasis fiscal, por cierto, como hasta ahora Irlanda).
A los deudos de Cowen y cia sólo les quedará contener la rabia y devolver los préstamos con interés. Quizá deberían aprovechar la ocasión para embalsamar de paso, al menos durante un tiempo, al Fianna Fáil, el omnigobernante partido liberal cuyas políticas procíclicas y laxitud con el sector financiero han reventado la economía del país.