¿Tiene algún sentido regresar al patrón oro?
Los expertos rechazan la propuesta de Zoellick para poner freno a las disputas sobre las monedas
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, acaba de lanzar una propuesta bien llamativa para contener la guerra de las divisas: recuperar el patrón oro abandonado hace cuatro décadas. En una entrevista publicada por Financial Times, Zoellick (antiguo responsable económico en la Casa Blanca) aboga por un nuevo sistema protagonizado por el dólar, el euro, el yen, la libra y un "internacionalizado" yuan, en el que "se emplee el oro como referencia internacional sobre las expectativas de los mercados respecto a la inflación, la deflación y los futuros valores de las monedas".
Desde el mundo académico no se han hecho esperar las reacciones. Nouriel Roubini, economista lanzado al estrellato por haber predicho la crisis financiera, escribió ayer en su cuenta de la red social Twitter que "volver a un patrón oro o incluso a tipos de cambio fijos no es ni realizable ni deseable". Más lejos llega el Nobel de Economía Paul Krugman, quien señala en su blog del New York Times que la medida sería contraproducente tanto por su impacto deflacionista (el anclaje a un patrón dificultaría las políticas monetarias expansivas) como por añadir aún más presión a la cotización del oro, que ayer superó por primera vez los 1.400 dólares por onza.
En España, José Luis Rodríguez Campuzano, estratega de Citi, cree que, "con el tamaño de los balances de los bancos centrales, no tiene sentido volver al oro. El sistema actual no es perfecto, pero hacia lo que hay que ir es a aumentar su flexibilidad. Hay países que crecen al 11% y otros que crecen al 2%, y eso debería llevar a un ajuste natural del tipo de cambio".
De forma análoga se expresa Ángel Laborda, director del servicio de estudios de Funcas: "Es una idea más para evitar la guerra de divisas, pero resulta un tanto utópica para el mundo actual. Lo razonable es buscar tipos de cambio realmente flexibles, ausentes de intervención. No tiene sentido que, en un mundo globalizado, con mercados abiertos de capitales, bienes y servicios, se controlen los tipos de cambio". A su juicio, el patrón oro servía cuando las economías eran "extremadamente flexibles, en el sentido liberal del término". "Hoy, son más rígidas y diferenciadas, por la creación de los Estados del Bienestar. El tipo de cambio flexible permite un ajuste de las diferencias macroeconómicas e institucionales que no debe perderse", concluye.