Un mercado floreciente
En momentos socioeconómicos difíciles es imprescindible acertar en las grandes decisiones. Algunos países así lo han entendido y, pese a las enormes dificultades, unos están acertando y otros no. En el mundo empresarial es cada vez más habitual que los clientes demanden a los consultores que se centren en las soluciones y no en los problemas.
Nuestro mejor servicio debemos proveerlo con el mejor talento. No debemos confundir la situación actual con una contratación de servicios devaluada. Ello únicamente nos lleva a una degradación hacia la mejor solución.
De la misma manera que a un deportista no se le puede pedir un esfuerzo que no pueda dar, el cliente debe hacer lo mismo. Debe fijar los resultados deseados en el principio del acuerdo y tener una clara comprensión de las funciones de cada parte, así como reconocer el valor que percibirá y valorarlo económicamente en su justa medida.
Una de las grandes líneas de servicio que más utilizan los clientes es la contratación de outsourcing en sus diversas modalidades: gestión de aplicaciones (AM), infraestructuras tecnológicas (ITO) y gestión de procesos de negocio (BPO). Todas ellas de gran valor para las empresas, debiendo destacar por su importancia y desarrollo en los difíciles tiempos actuales por el enorme retorno de la inversión.
Surge, a nivel mundial, una necesidad que está generando un movimiento adicional de considerable importancia. Los planes de contingencia derivados de la envergadura de los proyectos y el reparto equitativo de responsabilidades. Recientemente se ha vivido un caso de notable dificultad derivado de una situación anómala en la plataforma de extracción de crudo de BP en el golfo de México. Los contratos suscritos por las partes no contemplaban una catástrofe ecológica de esta magnitud. Los abogados y los TPA (third party advisory) han reconocido su estupor para responsabilizar equitativamente a todas las partes implicadas.
Para comprender mejor esta situación deberíamos contemplar las cifras que ya se barajan a nivel mundial en esta floreciente industria. El negocio de outsourcing global es de seis billones de dólares, lo que equivale a cuatro veces el PIB español. Comparando la cifra de negocio realizada en España (3.733 millones de euros), comprenderemos con agrado las enormes posibilidades que todavía nos corresponde alcanzar si, entre todos, sabemos hacer las cosas correctamente.
La modalidad de Value Shore, impulsada por la asociación que dirijo, está consolidando paso a paso el concepto y encontrando su razón de ser. Los paraísos del offshore son cada vez más incómodos y menos rentables de lo que aparentan. Los clientes de Reino Unido y EE UU están preocupados por los constantes desplazamientos de los técnicos, que les crean serios problemas migratorios con sus respectivas autoridades. Las tecnologías más avanzadas se están incorporando rápidamente a la oferta de servicios a la espera de resultados especialmente competitivos. Y el mundo occidental debe concienciarse asimismo sobre los riesgos de perder el know-how de las nuevas tecnologías emergentes, como el cloud computing.
Ante las necesarias reducciones presupuestarias de las Administraciones públicas de España, deberán tomarse con rigor la utilización de estos servicios. En Reino Unido afrontarán un recorte del gasto público de 6.000 millones de libras anuales en un programa importante de contratación de los servicios de outsourcing.
José de Rafael. Director general de la AEC y cofundador de Valueshore