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Columna
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Argentina no cambiará mucho

La muerte del ex presidente argentino Néstor Kirchner no va a cambiar mucho. Cierto que fue la fuerza impulsora de la política desde 2003. Pero los altos precios de las materias primas han hecho prosperar a la economía, a pesar de las agresiones de los Kirchner al sector privado.

Esto refleja parcialmente el vínculo histórico entre políticas pobremente efectivas y resultados económicos en Argentina. En los cuarenta, Perón siguió siendo popular a pesar de las políticas económicas destructivas. Menem y sus sucesores intentaron escapar al estancamiento a través de préstamos, lo que condujo al colapso en 2001.

Desde 2003 la suerte ha estado del lado de Argentina. Los precios de las materias primas mundiales se dispararon; sólo hubo un problema pasajero en 2008-2009. Fernández mantuvo el Gobierno a flote entonces gracias a la nacionalización de los fondos de pensiones y los activos del banco central.

Este año, las subidas más fuertes en los precios de los metales y de la agricultura han permitido un superávit comercial y un crecimiento económico por encima del 8%. Como resultado, los ingresos fiscales se han disparado y el Gobierno ha logrado su objetivo para este año, financiando con facilidad el expansivo gasto público. Sólo la inflación, oficialmente el 11% pero mucho más alta según estimaciones privadas, sigue siendo un problema.

Kirchner esperaba suceder a su esposa en las elecciones de octubre de 2011. En cualquier caso, no hay ningún requisito constitucional para que ella deje el cargo. Así que si los altos precios de las materias primas continúan apoyando la economía, su reelección y la continuación de la equivocada política fiscal está asegurada. A veces la suerte lo es todo.

Martin Hutchinson

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