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Convocan manifestaciones en diciembre

Los sindicatos europeos rechazan el plan de la UE para salir de la crisis

Los sindicatos europeos han manifestado hoy su rechazo general a los planes hasta ahora aplicados en la UE para superar la crisis económica, así como al endurecimiento de las sanciones para los países que incumplan las reglas de disciplina fiscal, una medida que debatirán hoy los líderes europeos.

En la cumbre social celebrada hoy en Bruselas poco antes de la reunión de jefes de Estado y de Gobierno, la Confederación Europea de Sindicatos (CES) se ha posicionado en contra de la Comisión Europea (CE), del Consejo Europeo y de la patronal de la UE en cuanto a las vías para volver al crecimiento económico.

Los sindicatos europeos mostrarán su rechazo a las políticas de austeridad emprendidas en los estados miembros a través de nuevas movilizaciones convocadas en varios países de la UE para mediados de diciembre, a la que también se sumarán las organizaciones españolas UGT y CCOO.

En una rueda de prensa celebrada hoy tras el encuentro, los presidentes de la CE y del Consejo Europeo, José Manuel Durao Barroso y Herman Van Rompuy, destacaron la mejoría de la economía europea en el último año, al igual que el director general de BusinessEurope, Philippe de Buck.

Barroso y Van Rompuy defendieron la necesidad de reducir y controlar la deuda pública de los estados miembros para garantizar una sólida recuperación, mientras que el secretario general de la CES, John Monks, alertó de que este camino podría hundir a la UE "en una nueva recesión".

La estrategia de salida de la crisis puesta en marcha en la UE "ayudará a crear trabajos y preservar los estándares sociales", dijo Van Rompuy, quien añadió que "no hay alternativa posible" a dicho plan.

Los sindicatos, sin embargo, se encuentran "preocupados" por la actual situación económica, ya que "los movimientos para recortar la deuda pública se están haciendo demasiado rápido, y de forma excesiva", dijo el secretario general de la CES.

Los gobiernos europeos "esperan hacer demasiado en un periodo demasiado corto", dijo Monks, quien también advirtió de que los recortes drásticos podrían tener efectos contraproducentes a medio plazo y provocar una segunda crisis económica.

"Se nos acusa de estar en el lado más pesimista, pero espero que se demuestre que estábamos equivocados", añadió.

Monks también se refirió al endurecimiento de las sanciones para los países que no cumplan el Pacto Europeo de Estabilidad, y en particular, confío en que dichas sanciones "se conviertan en un ejercicio positivo, y no sólo negativo".

Para ello, pidió que el refuerzo de la gobernanza económica en la UE permita establecer una tasa sobre las transacciones financieras, lograr una transición de la industria europea "hacia una economía mas sostenible", o emprender medidas para mejorar la "nefasta situación de los jóvenes.

Asimismo, confió en que los líderes europeos tengan "planes B" preparados "por si la frágil recuperación que está teniendo lugar no se prolonga, y se pueda cambiar de estrategia con rapidez y flexibilidad".

El representante de los sindicatos europeos se hizo eco del "ambiente de descontento" existente entre los trabajadores de muchos países europeos, reflejado en protestas como las organizadas hoy en Francia en contra de la reforma de las pensiones.

Por su parte, el director general de BusinessEurope, destacó que la UE prevé lograr este año un crecimiento del 2% de su PIB, lo que era "increíble un año antes", así como la presencia de signos "positivos" en el desempleo.

"Así que no creo que vayamos a una situación de doble recesión", afirmó en respuesta al secretario general de la CES.

A su juicio, la mejor forma de lograr más empleo es "reforzar la competitividad de la economía europea", a través de inversiones en educación, investigación y desarrollo, e infraestructura.

De Buck confió en que en la cumbre de hoy y mañana los líderes europeos "logren un compromiso para reforzar la gobernanza económica, y para asegurar que se va paso a paso en la estabilización fiscal".

Estas divergencias alejaron a los participantes del ambiente de "implicación" y "confianza" que pidieron para el diálogo social europeo tanto Barroso como Van Rompuy y el primer ministro belga y presidente de turno de la UE, Yves Leterme.

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