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Primera 'victoria' pírrica de Jiménez

El Gobierno español ha cantado victoria tras el fracaso de sus 10 meses de ofensiva diplomática para normalizar las relaciones entre Bruselas y La Habana.

El tiempo y los Castro dirán si los próximos contactos entre la Comisión Europea y el régimen cubano permiten, como asegura Trinidad Jiménez, dar por superada la llamada Posición Común de la UE sobre Cuba.

Pero la nueva ministra de Exteriores debería mantener los pies en la tierra y no engañarse a sí misma, porque ha quedado claro que Madrid no ha sido capaz de imponer su criterio ni siquiera en un asunto tan hispano-español como el diálogo con la isla caribeña.

Jiménez ni siquiera logró el lunes en Luxemburgo que el "histórico" giro de la relación de Europa con Cuba se plasmase por escrito. Lo impidieron los socios comunitarios partidarios de mantener la mano dura con el régimen cubano.

Tampoco se dignó a explicar el acuerdo en rueda de prensa la Alta Representante de Política Exterior de la UE, Catherine Asthon, que será la encargada de "explorar" las nuevas vías de diálogo con Cuba.

Más allá de la relación con Cuba, la pírrica "victoria" de Jiménez en Luxemburgo envía una señal de alarma sobre el peso político de España en el seno de la UE. En los próximos dos años, el Gobierno afrontará en Bruselas batallas realmente decisivas en las que una vaga y apresurada declaración no podrán ocultar el resultado de las negociaciones.

España deberá aprender a levantar la voz como el resto de países cuando considere que uno de sus intereses políticos, económicos, geoestratégicos o culturales está en peligro. Es lo que hace Angela Merkel (esta misma semana obligará al Consejo Europeo a debatir una nueva reforma del Tratado de la UE) o Nicolas Sarkozy (que en la anterior cumbre obligó a la Comisión Europea a retirar los expedientes por maltrato a la raza gitana).

A Jiménez o Rodríguez Zapatero no les faltarán ocasiones para emular a sus "hermanos mayores". Tienen por delante, para practicar, la creación de una patente europea (que Bruselas quiere expedir sólo en inglés, alemán y francés), la reorientación del futuro presupuesto comunitario (para desviar el gasto desde la política de cohesión hacia objetivos horizontales) o la posible renacionalización de la Política Agrícola Comùn. En cualquiera de esos capítulos, una "victoria" como la lograda con Cuba puede suponer un desastre político o económico para el país. La etapa del buenismo europeísta debería darse por zanjada.

Foto: Performance en el Bozar de Bruselas (B. dM. 30 mayo 2010).

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