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Columna
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Más poder y compromiso para China

China ha alcanzado la mayoría de edad. El país se convertirá en la tercera potencia más grande en el Fondo Monetario Internacional después de que los ministros de Finanzas del G-20 acordaran el fin de semana completar las reformas. Pero si Pekín está considerando seriamente convertirse en una nueva potencia mundial, debe acelerar los cambios necesarios para reducir los desequilibrios financieros internacionales.

La reforma del FMI refleja simplemente desde hace mucho tiempo el fuerte poder económico creciente de los emergentes. China es la segunda economía más grande del mundo, pero sólo hasta ahora era el sexto mayor accionista del FMI. El organismo tuvo que llevar a cabo una reforma o habría sido irrelevante si se tiene en cuenta que China podría superar a EE UU como la economía más grande del mundo en 2020, según PricewaterhouseCoopers.

Las potencias occidentales se sentirán decepcionadas si esperan concesiones por parte de Pekín en el corto plazo. No es probable que China aprecie su moneda sólo porque tiene un mayor peso en el FMI. Peor aún, existe incluso la posibilidad de que la creciente influencia de China podría reducir la intensidad de las convocatorias de la institución para las reformas globales severas.

Pero un gran poder exige una mayor responsabilidad. China está de acuerdo en que la cumbre del G-20 del próximo mes debería concentrarse en buscar la manera de reducir los desequilibrios globales -responsable de ellos en gran medida-. El PIB per cápita de China es menor en una décima parte que el de Estados Unidos, pero posee la mayor porción del mundo de reservas de divisas. El FMI calcula que el superávit por cuenta corriente chino será del 4,7% del PIB en 2010, superior al de Japón.

China debe impulsar la demanda interna y alienar su moneda con los fundamentos del mercado. Pekín no se opone a la idea de reducir su superávit por debajo del 4% del PIB, una meta formal eludida por los ministros de Finanzas del G-20. El vicegobernador del Banco Central, Yi Gang, sugirió recientemente que esto podría lograrse dentro de tres a cinco años. Sin embargo, China debe acelerar más ese proceso.

Sólo las reformas más audaces pueden ayudar a China a ganar más influencia real en la escena mundial. A pesar de que Pekín parece que va en ese camino, es necesario acelerar el proceso para ganar confianza en sus socios.

Por Wei Gu

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