El reto portugués de Ferrovial
Levanta dos viaductos únicos en una autopista con 27 puentes.
Hay campos de golf en los que la hierba está menos cuidada que en las cunetas de la principal carretera de la isla de San Miguel, la más grande de las Azores. Un contrato del Gobierno de la región autónoma dice que debe estar a un máximo de 20 centímetros de alta y el grupo Ferrovial, constructora y concesionaria de esa autopista, la repasa al menos una vez al mes a lo largo de sus 94 kilómetros.
Es sólo un detalle de lo que la empresa española pretende hacer de la mayor infraestructura del archipiélago luso, un expositor de soluciones de ingeniería y servicios concentrados en 27 viaductos, 72 pasos inferiores y 50 pasos hidráulicos. El peaje en sombra será operado a través de Cintra entre finales de 2011 y 2036.
La firma acaba de organizar una breve visita de periodistas en la que dos ingenieros de caminos hicieron de guías: Alejandro Soliño, gerente de la UTE constructora, y David García, director general de la concesión Scut Açores.
San Miguel es una mezcla de Tenerife Norte y lo más verde de Asturias, con una orografía imposible y un subsuelo tan variable como su clima. Todo un reto para estos expatriados de Ferrovial, que ordenan un alto en el camino para mostrar un puente singular en ejecución.
Armado con dovelas elaboradas in situ, lo han llamado Despe-te Que Suas. Está llamado a marcar un récord en la compañía, con 185 metros de vano central entre sus dos pilas (de 92 y 66 metros de altura), superando en 10 metros el registro del viaducto cántabro de Montabliz.
A unos kilómetros, los coches se detienen ante un segundo puente en el que se explica la técnica del lanzado de vigas. En un tercer alto, otro hito: la construcción de dos parejas de pilas paralelas de 87 metros de altura que, una vez rematadas, se abrirán por parejas sobre una gran rótula de acero para formar dos ángulos de 12 grados. Un par de mastodónticos compases de hormigón y hierro cuyas puntas se separarán 40 metros para sujetar un nuevo paso elevado. "Es el primer viaducto que se construye con esta técnica desde que Ferrovial hizo el viaducto de Chonta en Vizcaya en los años setenta", asegura Alejandro Soliño, gallego que se ha ocupado de dirigir la construcción de las tres autopistas de Ferrovial en Portugal.
Su compañero David espera el fin de obra con un cheque de 269 millones, para pagar a Ferrovial Agromán y empezar a operar un peaje en sombra que aportará en 2012 los primeros 30 millones de facturación.
Con 11 años en nómina de Ferrovial y experiencia en Canadá, este ingeniero madrileño negocia entretanto la subcontratación de las tres estaciones de servicio que habrá en la nueva carretera. Un trazado cuya alternativa es una vieja vía en la que en una hora, con suerte, se pueden recorrer 50 kilómetros.
Ferrovial tendrá un techo en esta concesión, que ganó a Sacyr en 2006. El contrato limita los ingresos, pero no garantiza una facturación mínima. En todo caso la compañía de la familia Del Pino tendrá 25 años para recuperar la inversión. Antes, estos dos ingenieros en las Azores habrán partido: hacia otra obra el uno y a explotar otra concesión el otro.