El superministro del Gobierno
Zapatero ha recurrido a las dotes de comunicador y experiencia en la lucha terrorista del ministro del Interior para recuperar la confianza en lo que queda de legislatura.
Es el más popular de la clase. Desde el miércoles, también el más poderoso. Al cargo de ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba suma el de vicepresidente primero, el número dos del Gobierno, y el de portavoz. José Luis Rodríguez Zapatero le ha dado amplios poderes para "fortalecer el Gobierno". Deberá impulsar la recuperación económica y coordinar a los ministros. La opinión pública se pregunta si la apuesta del presidente señala a Rubalcaba como su sucesor. ¿Quién lo sabe? En declaraciones pasadas, Rubalcaba jugó con la posibilidad de una retirada. No hace mucho el escritor Juan José Millás le preguntaba en El País si aspiraba a ser vicepresidente. Le hizo gracia: "¡Dios mío, volver a La Moncloa! Ya estuve allí y no quiero volver". A su vuelta, el pasado jueves anunciaba sus metas: austeridad, reformas, cohesión social y recuperación.
La suya es una carrera de fondo. Cuando era un joven estudiante de Químicas en la Universidad Complutense, el atleta Rubalcaba corría 100 metros en menos de 11 segundos. El político ha sustituido la velocidad por la resistencia. Ministro de Educación y Ciencia entre 1992 y 1993, ministro de la Presidencia entre 1993 y 1996 y responsable de Interior desde 2006 -los golpes a la banda terrorista ETA le han convertido en el ministro mejor valorado del Gobierno-. "Será un magnífico vicepresidente y portavoz", asegura Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte y amigo de Rubalcaba desde que compartían pupitre en el colegio de El Pilar. Reconoce que la íntima amistad que les une le impide ser objetivo, pero más allá del apasionamiento, Lissavetzky ve a un "político inteligente, con olfato y una capacidad de trabajo fuera de lo normal". Sus colaboradores ya están advertidos, sólo podrán apagar los móviles cuando haya partido de la Champion (es forofo del Real Madrid).
Alfredo Pérez Rubalcaba nació en Solares (Cantabria) hace 59 años, en el seno de una familia conservadora, aunque la mayor parte de su vida ha transcurrido en Madrid. Su padre fue ejemplo de hombre hecho a sí mismo, entró en Iberia como mecánico de vuelo y llegó a piloto. La familia respetó siempre sus decisiones. "A los buenos estudiantes se les respetan sus rarezas", confiaba a Millás.
El vicepresidente primero estudió Ciencias Químicas, en las especialidades de Química Orgánica y Bioquímica, en la Universidad Complutense de Madrid. En las aulas, le acompañó también Jaime Lissavetzky. Ambos son químicos y docentes, el ministro en la Complutense; el secretario de Estado, en Alcalá de Henares. Rubalcaba ha trabajado además en las universidades de Constanza (Alemania) y Montpellier (Francia). De su pasado por la docencia le vienen sus dotes de comunicador. "Se expresa muy bien", destacaba como un mérito Zapatero al anunciar los cambios de Gobierno. Ha dado innumerables ruedas de prensa. Algunas, las del último Gobierno de Felipe González, las recuerda como "terroríficas".
Lissavetzky, que nunca ha trabajado con él, señala que a Rubalcaba, "como a la inmensa mayoría de los españoles, le pone enfermo todo lo que suena a corrupción y ha habido momentos complicados en los que ha tenido que dar la cara".
Desde su ingreso en el PSOE en 1974, han sido muchas horas de dedicación al partido. En los diferentes puestos ocupados en Educación, colaboró en las más importantes leyes educativas del Gobierno socialista: la Ley de Reforma Universitaria, la Ley de Fomento y Coordinación General de la Investigación Científica y Técnica y la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo. En 1993 ocupó su primer escaño. Ya con el PSOE en la oposición, fue elegido miembro de la Ejecutiva y secretario de Comunicación del partido. Un año más tarde, entró a formar parte del Comité Federal. Apostó por Bono frente a Zapatero en la batalla por la Secretaría General, pero el nuevo líder socialista quiso tenerle cerca por sus dotes de comunicador y su experiencia en la lucha antiterrorista tras su paso por el Ministerio de Presidencia. Su participación en la estrategia electoral en los comicios de 2004 se considera clave en la victoria de los socialistas.
Sus compañeros de partido en Llanes (Asturias), donde los matrimonios Rubalcaba y Lissavetzky pasan los veranos, están encantados con su nombramiento. "Es una persona muy cercana, un vecino más", dice la alcaldesa Dolores Álvarez. Por eso procuran no molestarlo y le invitan a que se relaje. Allí es habitual ver al superministro en bermudas, descansando en la playa de Toranda, uno de sus rincones favoritos, fumándose un puro o acudiendo a la partida de mus. Este año, la Agrupación Socialista de Llanes ha recuperado la fiesta política con militantes y simpatizantes. Un acto político, seguido de una cena con casi 400 invitados, explica José Balmori, secretario general de la agrupación. Este año participó Javier Fernández, candidato socialista a la presidencia del Principado. Rubalcaba es de los últimos en marcharse y no para de hacerse fotos con los invitados. "Tiene un carisma notable, sobre todo entre el público femenino", dice Balmori.
"Es una persona más abierta de lo que parece, con gran sentido del humor, muy vital y reflexivo y sensible", comenta Lissavetzky. Melómano -le gusta especialmente Los Secretos- y lector de novela negra, el Real Madrid es el club de sus amores, aunque sabe reconocer el buen juego del Barça y también es muy hincha de La Roja. Atleta en su juventud, ahora prefiere el ping-pong, aunque el secretario de Estado para el Deporte y candidato a la alcaldía de Madrid está intentando que lo llame tenis de mesa. Para él, el deporte, como la política, es cuestión de estrategia.