Conviene no jugar con el turismo

La necesidad de ingresos para reequilibrar los Presupuestos ha hecho que muchos destinos se lancen a imponer tasas al turismo. EE UU, Reino Unido, Irlanda o Alemania han aprobado o van a aprobar gravámenes que ya han recibido la oposición frontal del sector y la amenaza de las aerolíneas low cost de que desviarán su actividad hacia otros países. La tentación recaudatoria es más grande en plena crisis, pero la adopción de una medida así debe analizarse con lupa en España para evitar pasos en falso.

El Gobierno no se ha atrevido, por ahora, a imponer tasa alguna ante la posibilidad de que pueda desplazar turistas hacia otros destinos sin ese castigo extra a los bolsillos. Turismo de Barcelona, sin embargo, vería con buenos ojos una tasa de un euro por pernoctación si lo recaudado se destina a promocionar el turismo. No parece mala idea. Sin embargo, comunidades como Madrid se han mostrado tan tajantes como los hoteleros contra la idea de gravar la actividad de un sector estratégico. Pese a todo, España sí ha decidido subir las tasas aeroportuarias, lo que ya ha puesto en pie de guerra a las comunidades más afectadas, sobre todo a Canarias. Es fácil poner la vista en el principal sector económico cuando hacen falta ingresos a las arcas públicas, pero la manera más inteligente y sostenible de obtenerlos es creando más actividad, no más impuestos.