Dame castidad, pero no ahora
Normalmente, cuando comentamos lo que está sucediendo en los mercados financieros tendemos a hablar de las Bolsas, que son las que acaparan las portadas y abren los telediarios. Esta vez, sin embargo, el partido se está jugando en el campo de las divisas y no está muy claro, no sólo quién va a ganar, sino dónde están las porterías.
En mayo-junio, cuando los temas de conversación eran el impago de las deudas públicas de los países periféricos de la zona euro, el corralito y la inevitable ruptura del euro, la depreciación de nuestra moneda se aceleró y su cotización llegó a caer por debajo de 1,20 frente al dólar. La única predicción posible parecía ser cuánto tiempo tardaría la moneda europea en alcanzar la paridad con el billete verde. En lo que se refiere a la dirección, había consenso, el euro sólo podía seguir depreciándose.
Han pasado sólo unos meses y cómo ha cambiado el cuento, el euro se ha apreciado un 16% y ha alcanzado en algún momento los 1,40 dólares. ¿Se han arreglado ya los problemas? La realidad es que no, aunque la histeria se ha tranquilizado, lo ha hecho en parte porque había sido muy exagerada en primer lugar. En cuanto a la tensión sobre la deuda, es cierto que en España ha disminuido, pero en Irlanda, Grecia y Portugal sigue cerca de máximos.
La razón de la apreciación está, más que en una mejora de la situación en Europa, en una forma distinta de entender y enfrentarse a la crisis de los principales bancos centrales y autoridades económicas. Así, mientras que para la Fed las prioridades son evitar la deflación e impulsar el crecimiento, para el BCE lo son la ortodoxia fiscal e impedir un posible brote inflacionista. El resultado es que mientras que en EE UU se está relajando aún más la política monetaria, en Europa, aunque se mantienen los tipos. estamos viendo un endurecimiento de la misma, con la consiguiente apreciación del euro.
Ir hacia la castidad está bien, pero no tan rápido. Si a la austeridad fiscal y al endurecimiento de monetario le sumamos la subida del euro, es muy fácil que nos salgamos en la primera curva cuando todavía queda un puerto muy largo y duro por subir.
Joaquín Casasús. Director general de Abante