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El cuento chino del chino Wen Jiabao

Los dirigentes chinos llevan unos cuantos años esquivando las peticiones de los países ricos paras que flexibilicen el tipo de cambio de su divisa, para evitar los crecientes déficit comerciales del mundo desarrollado con la emergente China. Este ginantesco país asiático propone al resto del mundo un peligroso juego económico que condena a la chinodependencia a todos, al menos por unas cuantas décadas, las que tarden en dar empleo industrial y de servicios a los .1300 millones de chinos. El juego es muy simple: dejad a China que produzca barato para todos vosotros, y no os preocupéis por vuestra parálisis económica, que si necesitáis gasto público para reactivar uan actividad moribunda, nosotros os comprados con nuestros yuanes la deuda que emitáis en dólares, en yenes y en euros. Nosotros creceremos así siempre, y vosotros caminaréis en el sentido inverso, hacia la pobreza relativa, hasta que os encontréis con nosotros.

Es la visión de la globalización de esta nueva generación de comunistas capitalistas que campan en Pekín, Canton y Sanghai, que imponen mano de hierro de fronteras adentro y ante la que los dirigentes occidentales no se atreven a levantar la voz. El propio director gerente del Fondo Monetario Internacional, Straus-Khan, aseguraba estos días que "algunos países", y hablaba de China, "utilizan sus divisas como si fuesen armas", en lo que puede convertirse en una auténtica guerra de divisas y guerra comercial.

El juego ha llegado demasiano lejos. China crece y se ofrece a financiar nuestro menguante bienestar con la compra masiva de deuda, especialmente emitida Estados Unidos y los principales países europeos. Pero los volúmenes de deuda norteamericana adquiridos por el Banco Central de China con las ingentes cantidades de reservas acumuladas por los sucesivos superávits comerciales y corrientes han alcanzado tales magnitudes (es el primer tenedor de deuda emitida por el Tesoro americano) que son parte activa en todas las decisiones de política monetaria, fiscal y comercial que se quiera tomar en Washington o Nueva York. ¿Qué pasaría si China dejase de comprar, o decidiese vender masivamente, deuda americana?. Manipularía el precio del dólar a su antojo, causando un auténtico tsunami mundial, sin que por ello su posición se viese dañada, ya que tiene anclado el yuán chino al billete verde.

De hecho, las únicas víctimas propiciatorias serían en resto de las divisas vivas en el mercado, como el yen, el euro, la libra o el franco suizo, que tienen su precio libre frente al dólar. Estas son las que en las últimas semanas están absorbiendo la debilidad del dólar, con el consiguiente castigo para sus posiciones exportadoras.

Curiosa tesis la china: una devaluación súbita del yuan cerraría miles de empresas chinas que se dedican a exportar e inundar el mundo de desinflación, generaría desempleo y revueltas convulsas en China, y sería una catástrofe para el planeta. Así lo dijo en Bruselas el primer ministro chino Wen Jiabao. Seguramente tiene razón, ya que la población china se ha desplazado en el mayor movimiento migratorio que se recuerda en los últimos años desde el interior rural a la costa industrial, y no está dispuesta a renunciar a las mieles que proporciona el capitalismo, aunque sea administrado por el comunismo.

Pero seguramente el cuento no acabaría como cree Jiabao. El principal problema no sería para el planeta, sino para China, que tendría un conflicto interno de carácter político y social de peliaguda solución. Tal problema llegará algún día, y Jiabao sólo quiere retrasarlo manteniendo a raya a las divisas de todo el mundo. Estados Unidos debería presionar más a China, pero las centenares de empresas americanas que producen en China están atrapadas en el cuento de Jiabao y mandar callar a la Casa Blanca.

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