El peligro de invertir con la amenaza de la deflación
El mercado espera que la Reserva Federal saque toda la artillería para evitar una caída de precios indeseada, uno de los peores escenarios económicos para un inversor. El consenso todavía apuesta por años de crecimiento bajo
Invertir con éxito en un entorno económico incierto como el actual se complica. Una vez superada la peor recesión en años, la economía mundial todavía afronta muchos retos. Recuperar la disciplina fiscal, superar los problemas del sistema financiero, relanzar el sector privado y crear empleo son sólo algunos de los más importantes. Las previsiones del consenso apuntan a una lenta recuperación de los países desarrollados pero sin recaída económica. Un escenario poco esperanzador y cargado de riesgos, especialmente cuando crece la amenaza de deflación. Y la vuelta a crecimientos negativos o repuntes inflacionistas indeseados tampoco se pueden desechar. ¿Cómo debe navegar un inversor en aguas tan revueltas?
Las señales contradictorias que envían las cotizaciones de la Bolsa y la deuda son un claro reflejo de la confusión reinante. La renta fija da mucha más probabilidad al riesgo de deflación (y recaída económica), un miedo que la Reserva Federal recalcó la semana pasada al dejar entrever que las tasas de crecimiento actuales son insuficientes. En definitiva, dejó claro que actuará para relanzar la economía, lo que hace prever que pronto se embarque de nuevo en la compra de activos, lo que se conoce como expansión cuantitativa. Y es que el peligro de entrar en deflación, una espiral de la que Japón aún no ha logrado salir tras más de una década, es algo que el mercado espera que EE UU combata con todas sus fuerzas.
"Si la deflación se produjera en EE UU podría arrastrar a Europa, si bien la mayor rigidez de precios y los objetivos de inflación del BCE lo hacen más difícil. Además, las presiones inflacionistas en buena parte de los emergentes suponen un contrapeso. Pero si pese a todo, la deflación se instala, el estancamiento económico tendería a perpetuarse, puesto que la política monetaria se vuelve menos eficaz, las deudas públicas y privadas aumentan en términos reales y se desincentiva el consumo", explica Antonio Zamora, director de estrategia de Banco Sabadell.
En un entorno deflacionista, la apuesta estaría en la deuda pública de calidad
EE UU deberá emplearse a fondo para evitarlo y asegurar la recuperación del empleo, principal asignatura pendiente. "La situación actual en EE UU es incierta. Si el crecimiento resulta demasiado débil y no se crean puestos de trabajo los consumidores no tendrán capacidad de compra, la demanda caerá y llegará la deflación. EE UU no quiere arriesgarse a esto porque el coste sería demasiado elevado. Tendría que aumentar aún más el déficit para combatirlo y no está claro que el Congreso pueda aprobar nuevos paquetes de estímulos. El mercado espera más medidas de expansión cuantitativa por parte de la Fed", explica Anton Brender, economista jefe de Dexia AM.
EE UU creció un 1,7% en el segundo trimestre en tasa interanual, tiene una tasa de paro en el 9,6% y la inflación permanece en el entorno del 1,1%. La economía, además, aún afronta la digestión del estallido de la burbuja inmobiliaria, un sector que no termina de remontar y que explica en buena medida la debilidad del consumo, todavía afectado por el desapalancamiento de los hogares y una inversión residencial en mínimos, según Goldman Sachs.
El margen de maniobra del gobierno de EE UU es limitado pero los expertos esperan una actuación contundente de la Reserva Federal e incluso del Banco de Inglaterra o del Banco de Japón para combatir las crecientes fuerzas deflacionistas. "Gran parte del débil crecimiento que estamos viendo no es sólo consecuencia del desapalancamiento. También se explica por las incertidumbres macroeconómicas y microeconómicas que frenan a empresas y particulares. Un movimiento claro de los tres principales bancos centrales para comprometer sus balances debería eliminar incertidumbres y estimular la inversión y el gasto. Es un motivo para aumentar la exposición a los activos de riesgo", explican desde JP Morgan.
El consenso del mercado parece creer en la capacidad de los bancos centrales. "Si la recaída no se da en EE UU, Europa se salvará pero si se produce, Europa irá detrás", argumenta Ángel Olea, de Abante. Eso sí, los expertos también advierten que evitar una recaída económica puede resultar demasiado costosa si la expansión de balances de los bancos centrales termina desembocando en repuntes inflacionistas indeseados.
¿Cómo puede un inversor posicionarse ante estos escenarios? "Puede pensarse que el mercado está cotizando la posibilidad de un escenario de estancamiento económico y tasas de inflación próximas a cero en mayor medida de lo que resulta razonable. En consecuencia, la inversión en activos de riesgo (renta variable sobre todo y crédito de mayor riesgo ) puede ser recomendable", añade Zamora.
La receta de Bank of America Merrill Lynch, entidad que apuesta por un entorno de crecimiento y tipos bajos, consiste en buscar rentabilidad en los bonos empresariales de alto rendimiento, jugar la baza del crecimiento apostando tanto por la deuda como la renta variable de países emergentes -regiones con previsiones muy superiores- mientras que recomienda la búsqueda de calidad en empresas de gran tamaño, poco endeudadas y con altas rentabilidad por dividendo.
"Si apuestas por la deflación, la deuda pública de países sólidos sería la apuesta. Y habría que evitar la Bolsa o las emisiones de deuda de alto riesgo. Si uno confía en un escenario de crecimiento bajo, la Bolsa lo puede hacer bien, al igual que los bonos de más riesgo -los menos beneficiados hasta ahora- mientras que la deuda estatal probablemente haría poco dado que este escenario ya está asumido en los precios. Y si vemos un repunte elevado de la inflación, los bonos entrañarían mucho riesgo", concluye Olea.
1 Invertir con crecimiento y tipos bajos
Es el escenario económico más esperado por el mercado: años de crecimiento y tipos bajos donde arañar unos puntos de rentabilidad en las carteras se convertirá en un reto cada vez mayor. Años como 2009, en los que todo subía tras los fuertes castigos anteriores, son cosa del pasado. Ahora las subidas ya no se producirán en bloque y quienes mejores rendimientos obtengan será porque habrán hecho una exhaustiva selección antes de invertir, aseguran los expertos. "Las estrategias que pueden funcionar son aquellas que apuestan por el dividendo y es importante hacer una selección de valores. Las empresas con balance están aprovechando la crisis para crecer y ganar cuota de mercado. Habrá empresas que destaquen en este entorno. La gente también buscará rendimiento en la deuda de alto riesgo donde aún hay oportunidades", resume Sasha Evers, director general para Iberia de BNY Mellon.Un entorno de tipos bajos debería favorecer las inversiones en renta fija pero los expertos reconocen que tras el buen comportamiento de estos activos también resulta cada vez más difícil encontrar valor. Muchos expertos consideran que en momentos puntuales de pánico la deuda gubernamental considerada más segura puede funcionar bien pero la mayoría recuerda que los precios actuales ya reflejan las expectativas de crecimiento bajo que maneja el consenso, algo que ocurre también con los bonos empresariales tras los fuertes repuntes de los últimos meses. Por ello, también prima la selección de títulos. "Todavía hay oportunidades en algunos bonos empresariales", comenta Stefan Isaacs, gestor del M&G European Corporate Bond Fund. De ahí, que muchos expertos consideren que los inversores terminarán buscando más rentabilidad en bonos de alto riesgo aprovechando que caen las probabilidades de impago de deuda si se confirma un entorno de recuperación lento.En cuanto a la Bolsa, los expertos también encuentran motivos para apostar por ella. "Pensamos que los tipos de la deuda se mantendrán bajos un tiempo y esto nos hace sobreponderar la renta variable por varios motivos como las atractivas valoraciones y el menor coste real de la deuda", explica Credit Suisse. En concreto, la firma apuesta por posicionarse ante posibles fusiones y adquisiciones y aconseja comprar valores de crecimiento. Otros prefieren las empresas con rentabilidades por dividendo atractivos y los más valientes, Bolsa de países emergentes.
2 Protegerse contra una recaída
Pocos inversores apuestan por una recaída económica que desemboque en otra recesión. Un escenario que en cualquier caso tampoco se puede descartar dada la fragilidad de la recuperación en marcha. "Un escenario de crecimiento negativo sería malo para casi todo tipo de activos. Provocaría caídas de los bonos de alto riesgo, los corporativos con máxima calificación crediticia, la Bolsa y las materias primas", vaticina Stefan Isaacs, gestor de renta fija de M& G. En otras palabras, un escenario en el que tan sólo se comportarían bien los bonos gubernamentales y probablemente dentro de este grupo, los de aquellos países considerados más seguros como Alemania o EE UU. Los expertos consideran que en un entorno así el oro también podría continuar comportándose bien, un activo que para muchos también podría registrar un comportamiento positivo en un entorno de crecimiento y tipos bajos. "El oro funciona bien tanto ante miedos inflacionistas como deflacionistas y ahora está actuando como moneda refugio", comenta Ángel Olea, de Abante. En cuanto a la Bolsa, la posibilidad de obtener buenos rendimientos en un entorno de recaída económica se reduciría sustancialmente puesto que la capacidad de generación de beneficios de las compañías también se vería mermada. En cualquier caso, los expertos señalan que los valores menos afectados sería aquellos con un perfil más defensivo y escasa deuda, perfiles que también podrían funcionar bien en el primer escenario.
3 Anticipar una escalada de precios alta
Un escenario económico que traiga una subida de precios indeseada parece una probabilidad remota en el momento actual, especialmente cuando aún se habla de riesgo de deflación. Pero se trata de un peligro que no se puede menospreciar, según comentan los expertos. Reactivar la economía a fuerza de inyectar dinero mediante la compra de activos (expansión cuantitativa) también puede generar efectos inflacionistas si las autoridades monetarias se pasan y terminan obligadas a subir los tipos de interés a gran velocidad para combatir la subida de precios. Un escenario así daría al traste con las estrategias de inversión que han apostado por la seguridad de la renta fija. La deuda gubernamental sería el activo más afectado, seguido después de la deuda empresarial y la deuda de alto rendimiento. A la Bolsa le beneficia un poco de inflación si por ese efecto suben las ventas y beneficios. El problema es que demasiada inflación tampoco sería bienvenida si desemboca en subidas excesivas de los costes de financiación.
La cifra
1,1% es la cifra que refleja el IPC anualizado de EE UU, según los úlitmos datos de agosto. La subyacente, que excluye alimentos y energía, se situó en el 0,9%.