"Reducir el tamaño de las firmas por la crisis sería un error"
Fernando Pombo analiza la rápida transformación que la abogacía española ha vivido en los últimos años y da pistas sobre el modo en que la prestigiosa firma que preside afronta el hoy y el mañana.
Fernando Pombo todavía recuerda con nostalgia sus salidas en barco, por las tardes después de la escuela, cuando era sólo un niño en Santander. La vela, la montaña y la música -esta última por influencia de su madre- son tres de sus grandes aficiones. Con una capacidad de análisis en la que se combinan tanto la reflexión como una profunda experiencia, el presidente de Gómez-Acebo & Pombo se sienta a hablar sobre el ayer y el hoy de la abogacía española e internacional.
Desde la perspectiva de haber presidido la International Bar Association (IBA), la organización que aglutina a más de 40.000 abogados de todo el mundo, ¿cómo definiría la abogacía española dentro del contexto legal internacional?
Lo primero que tengo que decir es que en la élite mundial de los abogados de negocios hay cada vez más referencias españolas. Es un hecho que quedó patente en la gran reunión de la IBA que se celebró en Madrid en octubre del año pasado. Allí se pudo ver una multitud de firmas españolas, pequeñas y grandes, que participaron con un enorme éxito de protagonismo y realizaron un elevado número de aportaciones excepcionales. æpermil;sa ha sido la mejor imagen que se recuerda de la capacidad de la abogacía española.
En la reunión de la IBA hubo también una importante asistencia de abogados latinoamericanos. ¿Qué potencial tiene Iberoamérica para las firmas españolas?
Este verano tuve la oportunidad de analizar con otros ponentes, en la Universidad Menéndez Pelayo, la cuestión de si Latinoamérica y España pueden constituir una comunidad de derecho. Es una pregunta clave, porque es algo de lo que podríamos beneficiarnos en la línea de los países de la common law anglosajona, que históricamente han mantenido un importante flujo de profesionales entre ellos. En mi opinión, esa comunidad de derecho entre españoles e iberoamericanos es cada vez más real. Firmas como la nuestra favorecen de forma creciente los intercambios entre profesionales jóvenes, que hacen estancias en esos países como parte de su currículo. Es un flujo que favorece el éxito de todos.
Latinoamérica es, además, un mercado que no está sufriendo los embates de la crisis como otras regiones.
Efectivamente. La crisis ha encontrado a la abogacía española en un gran momento en términos de calidad y de profesionalidad. Es un momento, además, en el que mantenemos una vinculación importante con Latinoamérica. Dentro de ese contexto, mientras nosotros -especialmente nuestros clientes- estamos sufriendo las consecuencias de una coyuntura económica adversa, hay países latinoamericanos con crecimientos espectaculares y donde los empresarios españoles realizan cada vez más operaciones. Todo ello nos ha permitido disfrutar de más oportunidades en cuanto a variedad de trabajo y también defendernos mejor cuando ha llegado la crisis.
Sin embargo, no se puede negar que los abogados han sufrido también sus efectos.
Obviamente las cosas no son iguales con crisis que sin ella. La primera consecuencia de una situación como la actual es que los programas de los despachos en materia de crecimiento y de expansión se miran ahora con mucho más cuidado. Es una reacción lógica, pero sería un error caer en la tentación de acometer recortes drásticos en el tamaño de las firmas por la crisis. Un error que, ciertamente, nosotros no hemos cometido. Seguimos buscando a los mejores jóvenes profesionales, porque tenemos claro que son nuestro futuro.
Y siguen abriendo oficinas.
Hemos abierto Lisboa, que era un paso obvio, porque Portugal y España tienen muchos elementos de conexión e interés, además de una estupenda tradición jurídica. Hay muchos clientes españoles con intereses allí y muchos clientes portugueses con vocación internacional y actividades destacadas en España, para los que supone un valor una firma como la nuestra. También hemos reforzado Londres, porque después de pasar la gran tormenta del ajuste económico y de los sustos del sistema financiero e inmobiliario, está resurgiendo de sus cenizas.
¿Será Latinoamérica la sede de la próxima oficina del despacho?
Siempre hemos tenido claro que para nuestros clientes españoles en países clave como Brasil, Argentina, Chile, México, Perú, Colombia o Venezuela, necesitábamos tener disponible a lo mejor de la abogacía en cada uno de esos países. En casi todos ellos ofrecemos al cliente una serie de firmas muy preferidas, una especie de mejores amigos que conocemos muy bien, y dos o tres alternativas para el caso de que éstos no estén disponibles. Por eso el modelo de estar directamente en América Latina en este momento no nos parece que convenga a nuestros clientes, porque no dispondrían de la misma calidad que les ofrecemos con las firmas que tenemos comprometidas en esos lugares.
Estamos asistiendo a operaciones de concentración entre despachos en el mercado anglosajón. ¿Cree que es una tendencia que podría trasladarse a España en breve?
Las integraciones de colectivos y de profesionales brillantes que añadan valor son siempre interesantes. Nosotros tenemos experiencia en eso, porque hemos tenido muy buenas experiencias en los últimos años que nos han enriquecido mucho. Dicho esto, hay que recordar que las fusiones que se están produciendo en el mercado son integraciones entre británicos y americanos. Se trata de firmas con unos planteamientos de la profesión razonablemente parecidos. En caso de que surjan complementariedades dentro del mercado español, yo estoy convencido de que siempre será positivo examinarlas.
Hablando de complementariedades... ¿El tamaño de Gómez-Acebo & Pombo forma parte de la estrategia de la firma?
El tamaño de nuestra firma es una cuestión en análisis permanente. Analizamos continuamente si tenemos la dimensión adecuada para nuestra facturación, el número de clientes y asuntos, la calidad de la respuesta y la capacidad de ganar en los concursos de adjudicación de asuntos frente nuestros competidores. Actualmente nos parece un tamaño muy bueno en relación a nuestro número de oficinas y a nuestra presencia internacional. Pero si llegamos a la conclusión, en unos días o en unos meses, de que hay un colectivo de abogados que tiene interés en hablar con nosotros, eso puede hacernos cambiar el tamaño.
¿Aconsejaría a un abogado principiante aprender a encajar las derrotas?
Siempre hay que aspirar a ganar, pero le aconsejaría aprender a endurecerse. Todo el mundo tiene derecho a ser defendido, pero hay algunas de esas representaciones en las que el margen de victoria es pequeño. Si se acepta uno de esos casos, lo importante es estar seguro de que uno ha hecho todo lo imaginable, no tener la menor duda de que se han empleado todos los medios para ganar.