_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

España sobrevive a su última rebaja

Los tiempos son difíciles cuando los mercados acogen con alivio la rebaja crediticia de España. Moody's es la última agencia de calificación de rating que golpea la AAA española, pero la redujo sólo un escalón y con una perspectiva estable. La rebaja se esperaba y podría haber sido más grave. Esto debería alentar al Gobierno a mantenerse firme en la disciplina fiscal, tras enviar su austero Presupuesto al Parlamento. Si el crecimiento se estanca, como parece probable, tendrá que hacer algo más.

La decisión de Moody's es un indicador algo rezagado, por decirlo de forma leve. Las razones principales de la rebaja, como los demás organismos han señalado, son las débiles perspectivas de crecimiento. El Gobierno socialista tiene como objetivo reducir el déficit presupuestario al 6% del PIB en 2011, y alcanzar el límite deseado por la UE del 3% en 2013.

Pero estos planes se basan en previsiones de crecimiento optimistas que impulsan las proyecciones de ingresos. Moody's estima que el crecimiento promedio será del 1% en los próximos años frente a la previsión del Gobierno del 1,3% el siguiente y de un 2,5% en 2012. Aunque piensa que el Gobierno puede cumplir con su objetivo de déficit presupuestario de este año y de 2011, la agencia advierte de que seguramente tendrá que adoptar más medidas para alcanzar sus metas a partir de entonces.

Sólo sobre esa base, la agencia de calificación podría haber rebajado aún más la nota, o al menos mantener la perspectiva negativa. Pero le está dando el beneficio de la duda y parece confiar en el compromiso del Gobierno de reducir el déficit. Pero España no debe caer en una falsa sensación de seguridad. El diferencial de la deuda española puede estar mucho más bajo que el de Portugal e Irlanda. Pero los mercados son volubles y España aún depende mucho de ellos. Todavía se enfrenta a las necesidades de financiación de la deuda de 192.000 millones de euros el próximo año, de los cuales 43.300 millones son de deuda nueva. Esto debe mantener la presión sobre el Gobierno para continuar con sus planes de reforma, como el del sistema de pensiones. Un gran paso en falso y el estado de ánimo de los mercados podría dar un giro.

Por Fiona Maharg-Bravo

Archivado En

_
_