Pendientes de la reforma educativa
Discurren los años y la ansiada reforma educativa no llega. Y todo parece indicar que, a pesar de los denodados esfuerzos del ministro de Educación, Ángel Gabilondo, esa ansiada revolución todavía va a tardar. Y no cabe duda de que ahora, cuando se está en plena lucha por salir de la crisis, es el momento en el que la formación, y aquí se incluye desde la primaria a la de posgrado, debe ser tomada más en serio que nunca.
La formación ha de estar ligada a la realidad social y empresarial, a los avatares de un mundo global, y ha de obedecer sobre todo a la necesidad de formar a ciudadanos solidarios y socialmente responsables. La generosidad, por ejemplo, es un valor en alza, que difícilmente se adquiere en la universidad o en una escuela de negocios. Ese tipo de valores han de manejarse desde la educación primaria. En este sentido, sería aconsejable dejar a un lado el exceso de lecciones magistrales y prestar atención a los modelos de éxito. Por ejemplo, Finlandia, donde la mayoría de los alumnos opta por la enseñanza pública, y donde el profesor es una respetada autoridad, a la que se exige un máster y estar permanentemente actualizando conocimientos. Por supuesto, la enseñanza obligatoria es bilingüe. En educación superior, Finlandia también acaba de dar un paso adelante. El Gobierno ha autorizado la fusión de tres facultades, Economía, Tecnología y Diseño, con el fin de acercarla al mundo de la empresa.
La financiación de la educación superior es otro asunto pendiente y uno de los más urgentes de resolver. En países como Reino Unido se han tomado las medidas oportunas para avanzar en esta cuestión. En España, por contra, muy pocos se atreven a decir que las matrículas son baratas y que la auténtica universidad, la que aspire a la excelencia que exigen los tiempos, ha de ser más cara.
Otro espejo en el que mirarse es el modelo alemán, un país que hace años decidió apostar por la formación profesional, enseñanza que en España se ha devaluado socialmente de manera absurda. Y en Alemania, como en Estados Unidos y en la práctica totalidad de economías desarrolladas, hay un clarísimo objetivo: que el mundo académico y el empresarial no vivan de espaldas, sino que caminen juntos, que vayan de la mano.
Este modelo, acompañado de una eficiente financiación, es el camino más directo al éxito. Y no sólo al personal o al de un colectivo o una empresa determinadas, sino al de la sociedad en su conjunto. Por ello, es una clara irresponsabilidad que las inexplicables y cortoplacistas diferencias políticas, partan del bando que partan, sean barreras insuperables para una inevitable, necesaria y urgente reforma del sistema educativo nacional. España no puede ni debe permitirse el lujo de sumar y sumar generaciones perdidas de jóvenes con un talento potencial sublime.