Con las redes neurálgicas no se juega
El Ministerio de Industria reconoce que el servicio de telefonía móvil se ha deteriorado en los últimos meses en casi todos sus parámetros. Es una situación preocupante, que adopta tintes alarmantes en lo referente a la baja calidad del elemental servicio de voz en llamadas de móvil a móvil. El Gobierno reconoce que la aparición de los smartphones o teléfonos inteligentes que permiten navegar por internet ha saturado las redes que dan cobertura a los celulares. Pero una economía desarrollada no se puede permitir semejante deterioro, y menos si, como en el caso de España, recibe 60 millones de turistas que hacen un uso intensivo de sus teléfonos móviles.
Pero las redes de telefonía móvil no son las únicas que parecen abocadas a tener problemas. El presidente de Iberdrola, la eléctrica líder, ha aprovechado la visita a Bilbao del primer ministro de Escocia, Alex Salmond, este lunes, para resaltar las diferencias entre la seguridad regulatoria existente en aquella región británica y España. Ignacio Sánchez Galán lanzó el aviso de que su compañía no invertirá en redes si el Ejecutivo no garantiza la suficiente estabilidad normativa. Y tampoco lo hará, dice, en nuevas tecnologías, como los contadores telemáticos, que contribuirían a mejorar la calidad del servicio.
Las redes eléctricas, como las de comunicaciones de telefonía, bien sean por cable o por ondas, son elementos neurálgicos para el desarrollo económico y social. Son de interés nacional, al igual que las redes de transporte viario. Al Gobierno compete velar por que todas estas redes funcionen con la máxima eficiencia y a costes competitivos, y a las empresas que cubren los servicios corresponde dar un servicio de calidad a precios razonables y, como es lógico, obtener una rentabilidad adecuada por ello. Cabe pensar que si hay un deterioro de cualquier servicio ligado a estas redes la responsabilidad debe ser compartida. Y las soluciones, negociadas entre todas las partes implicadas en esa actividad.
Lo que no se puede aceptar es que operadores y Administraciones contemplen el menoscabo de servicios vitales para la economía limitándose a echarse las culpas mutuamente. Unos y otros deben cumplir escrupulosamente con sus cometidos. El Gobierno ha de establecer un marco regulatorio estable que garantice retribuciones suficientes y predecibles para que las suministradoras de estos servicios vitales rentabilicen las inversiones para mejorar y modernizar constantemente esas redes. Y a las empresas les corresponde cumplir con la responsabilidad que han adquirido de mantenerlas en buen estado sin recortar las inversiones comprometidas. Porque las batallas estériles sólo sirven para perjudicar a los clientes y dificultar el desarrollo económico del país.