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Viajes

La región checa de Bohemia Central viste sus castillos con las mejores galas

Una visita a los alrededores de Praga permite comprobar el dinamismo económico y social que vivió esta región durante la Edad Media.

En su último concierto en Madrid, Joaquín Sabina preguntaba al público, no sin sorna, si corearía el estribillo de una de las canciones más extrañas de su último disco. Los incondicionales de Las Ventas se doblegaron al ambiente y siguieron la letra, pero quizá fuera más debido a que la mitad de ellos ya han sucumbido a los encantos de la capital checa y no le son ajenos lugares como Mala Strana, el puente de Carlos o la plaza Wenceslao.

Sin embargo, hay República Checa más allá de Praga y sin moverse de sus alrededores. Una visita a la capital checa puede ser la excusa perfecta para conocer la región de Bohemia Central, que alberga numerosas evidencias del dinamismo económico y social de esta región, cuna de casas nobiliarias de rancio abolengo en la Edad Media.

El castillo de Sternberk, construido en 1241, es uno de los edificios mejor conservados de aquella edad dorada de Bohemia. Recientemente recuperado por los descendientes de la familia que lo construyó -el actual barón de Sternberk tiene una vivienda en el complejo-, se alza majestuoso sobre una colina rodeada de bosques. Además de disfrutar de lámparas de cristales de Bohemia, muebles barrocos y estucos renacentistas, los turistas puede degustar una típica cena medieval compuesta de platos de la zona, diferentes carnes asadas, vino blanco y cerveza, en la taberna que está ubicada a los pies de esta edificación histórica.

El caso del castillo de Sternberk es bastante particular en la República Checa, ya que, por un motivo o por otro, casi todos los palacios de la nobleza bohemia no pertenecen ya a sus antiguos propietarios. Es el caso del castillo de Stirin, convertido hoy en un hotel de 64 habitaciones repartidas entre el edificio principal y las antiguas caballerizas. El último propietario, el barón Ringhoffer, murió en un campo de concentración en la Segunda Guerra Mundial. Otros, como el de Loucen, fueron nacionalizados durante el comunismo y se utilizaron en tareas educativas o sociales. Ello ha provocado que las instalaciones sufran una suerte dispar. Por ejemplo, el Chateau Mcely sólo ha conservado un espejo y una escalera del mobiliario original que ocupó sus pasillos.

Los que viajan con niños tendrán la posibilidad de organizar planes adaptados para ellos cuando se encuentren en las cercanías del castillo de Loucen, cuyos jardines constituyen una inmensa gincana de laberintos. En Botanicus podrán aprender a fabricar papiro, velas o jabón tal y como se hacía en la Edad Media. En Favory podrán dar un paseo en un coche de caballos o tomar lecciones de equitación.

La búsqueda de enclaves con vestigios de la época medieval nos lleva a visitar la localidad de Kutna Hora, situada a 80 kilómetros al este de Praga. También poblaciones como Melnik y Podebrady, sede de la primera fábrica de cristal de Bohemia, merecen ser destacadas, así como la turística ciudad balneario de Karlovy Vary. Otras opciones de ocio pasan por una degustación en la antigua fábrica de cerveza de la marca Kozel, en la localidad de Velke Popovice, o por acudir a la reserva natural del Parque de Kokorinsko.

Guía para el viajero

Cómo llegarLas aerolíneas Lufthansa, Czech Airlines y Swiss Air tienen vuelos directos. Algunas empresas low cost, como Wizz Air, también cubren el trayecto.Dónde dormirEn castillos como los de Stirin, Loucen o Mcely puede disfrutarse de una escapada romántica en alojamientos de lujo.Dónde comerPuede degustar una tradicional cena medieval en el castillo Sternberk. El chef Libor Krusinsky ofrece en el Piano Nobile del Chateau Mcely una cocina inspirada en la tradición culinaria francesa.

Recursos para amantes del golf

Bosques frondosos, lagos de agua cristalina, temperaturas templadas durante la mayor parte del año, un paisaje poco accidentado pero irregular... Son muchas las razones por las que la República Checa es una excelente opción para los amantes del golf. A lo largo de todo el país hay diseminados 80 campos de golf y 131 clubes. Entre los campos más conocidos destacan los de Karlstejn, Konopiste, Marienbad, Carlsbad, Cihelny, Pilsen, Silherovice y el de Celadná.También es notable el construido en el castillo de Stirin, que cuenta con un campo de nueve hoyos en sus instalaciones.Las autoridades recomiendan viajar en primavera o en otoño para disfrutar de este deporte, ya que durante la época estival las pistas están abarrotadas.

Gastronomía. Combinar con una de las mejores cervezas

La gastronomía tradicional checa reserva numerosas sorpresas al visitante. Entre los platos más consumidos, destaca el svickova, un plato de solomillo de cerdo acompañado de los siempre presentes knedliky, rodajas de miga de pan hechas con huevo procedentes de una receta croata.De tiempos medievales conservan los checos el zelnacka, una sopa de col que se sirve en ocasiones en el interior de un pan blanco circular y vaciado a tal efecto, así como la skavarkova pomazanka, un tipo de sobrasada fabricada con manteca y servida con cebolla cruda picada.Los placky constituyen otra de las opciones clásicas. Cocinados a partir de una pasta hecha con ajos, col, patata y mejorana, son una especie de croquetas planas fritas en aceite.A pesar de que existen algunos vinos blancos, la gastronomía checa combina principalmente con cerveza, la bebida nacional. Una de las marcas más conocidas es Kozel, cuyas instalaciones pueden visitarse en la localidad de Velké Popovice.

Patrimonio de la UNESCO. Una de las ciudades más ricas del Medievo

Las minas de plata de Kutna Hora fueron durante dos siglos, desde el siglo XV hasta el XVII, las más importantes de Europa y ello hizo que la ciudad diera lugar a la construcción de numerosos edificios de estilo gótico que reflejan el dinamismo social de aquella época, como la Corte Italiana -lugar donde se acuñaban las monedas al tiempo que sede del gobierno local- y la catedral de Santa Bárbara. Además de su bien conservado casco histórico, merece la pena visitar la iglesia de la Asunción, donde se conservan varios osarios que forman lámparas y retablos, o simplemente permanecen apilados ofreciendo al visitante una estampa macabra. Respecto a la formación de estas esculturas de hueso, los historiadores aseguran que los habitantes querían estar enterrados lo más cerca posible de la reliquia de Tierra Santa presente en esta iglesia. Hubo un momento en el que no cabían más tumbas y tuvieron que exhumarse los huesos de las anteriores para hacer sitio.

Laberintos. Tarde divertida para mayores y niños

Los alrededores del castillo de Loucen parecen robados de los mejores cuentos de hadas. Los nobles que construyeron este palacete del siglo XIX quisieron dedicar sus jardines exclusivamente al entretenimiento y los convirtieron en un recorrido en el que destacan, entre todas las atracciones, los laberintos. De esta forma, el castillo de Loucen se ha convertido en lugar de peregrinación de las excursiones escolares, ya que son los niños los que cuentan con más posibilidades de ocio.A falta de un interior en el que puedan observarse las obras o el mobiliario de la época, los propietarios de las instalaciones han convertido el castillo en un especie de happenning algo cómico. Los guías, vestidos con trajes de época, aseguran ser los propietarios originales del castillo e invitan a los visitantes a sentarse a la mesa del comedor, dispuesta como si una cena fuera a comenzar de un momento a otro, o a tocar los distintos objetos que adornan las habitaciones.

Balnearios. Karlovy Vary, un balneario de seis siglos de historia

Fue en 1350 cuando en esta localidad del centro de la República Checa, situada a 120 kilómetros al oeste de Praga, fueron descubiertas las fuentes que permitieron la construcción del primer spa checo. El descubridor, que según la leyenda fue el emperador Carlos IV, hizo construir alrededor de los manantiales -son 12 sus fuentes curativas- algunos de los principales monumentos de la ciudad, como la iglesia de San Andrés, o la iglesia de San Pedro y San Pablo, a los que luego se añadieron el teatro o la columnata del Molino.Los expertos aconsejan las aguas de Karlovy Vary para tratar enfermedades del metabolismo, como diabetes, obesidad y desórdenes gástricos. Los edificios en los que se ha ido albergando el spa a lo largo de los siglos, todos ellos deslumbrantes, también merecen ser visitados.En la actualidad, Karlovy Vary se ha convertido en lugar de peregrinación de la población rusa, que prefiere este balneario entre toda la oferta de la República Checa, y forma parte de la actualidad cinematográfica gracias al festival que se celebra todos los años a principios del verano. También tienen lugar anualmente un festival de jazz y un concurso de canto, en consonancia con el amor de los checos por la música clásica.Otras localidades checas famosas por sus balnearios y sus fuentes termales -los touroperadores proponen circuitos de varios días para visitar todas ellas- son Marianske Lazne y Frantiskovy Lazne.

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