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Vuelta al cole con alta volatilidad

Sin que sirva de precedente, la vuelta al cole de los mercados este año está siendo menos traumática de lo previsto. Para aquellos que hayan tenido la suerte de poder desconectar durante el verano, quizá sea bueno hacer un breve repaso de lo acontecido. Después de los meses de mayo y junio, protagonizados por la crisis de la deuda pública de los países periféricos de Europa, en los que a España le tocó un papel de protagonista, el mes de julio fue muy bueno. La crisis de deuda se calmó y las Bolsas respondieron muy positivamente a los extraordinarios beneficios empresariales del segundo trimestre. Pero septiembre comenzó con la confianza en mínimos y con la sensación generalizada de que EE UU se dirige hacia una nueva recesión cuando todavía no ha sacado el pie de la anterior (double deep ha sido el palabro del verano).

Con los ánimos tan bajos y todo el mundo esperando lo peor, ha bastado con los datos económicos que hemos ido conociendo en los primeros días del mes, simplemente normalitos, para que las Bolsas recuperaran más de lo perdido en agosto. De aquí a final de año soy razonablemente optimista. El conjunto de compañías cotizadas, después de un duro ajuste, está alcanzando un nivel de beneficios cercano al de antes de la crisis. Las empresas están demostrando que no necesitan una economía a seis mil revoluciones para hacerlo bien, les basta con que el mundo no esté en caída libre como a finales del 2008 para hacerlo muy dignamente. Además, los países emergentes están aguantando muy bien, permitiendo, que a nivel global, la velocidad de crucero del crecimiento se mantenga. Todo esto no valdría de nada si los precios fueran elevados, pero todo lo contrario, las Bolsas siguen muy lejos de sus máximos y las valoraciones, tanto por PER o rentabilidad por dividendo, como en comparación con los bonos, son muy atractivas.

Obviamente, el que la Bolsa sea una inversión atractiva no quiere decir que esté exenta de riesgos, como la altísima volatilidad. Cualquier noticia se interpreta exponencialmente causando movimientos muy fuertes. La volatilidad está para quedarse, es el peaje que hay que pagar por la rentabilidad.

Joaquín Casasús. Director general de Abante

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