Francia y Europa
En plena canícula, los medios de comunicación franceses han recogido las declaraciones del ministro de Industria francés (TF1, 17 de agosto de 2010): citando numerosos sectores, como el automóvil, la aeronáutica, la industria aeroespacial, la nanotecnología, la biotecnología, el textil y el prêt-à-porter, el alcalde de Niza acaba de anunciar la creación, el primero de septiembre, del Observatoire du produit en France, para asegurarnos -dice- que de aquello que se monta en Francia hay un porcentaje de componentes que vienen, en su gran mayoría, de subcontratistas franceses. De esa manera apoyaremos el patriotismo industrial francés, la propiedad intelectual francesa y el saber hacer de los obreros franceses, ha declarado a la RMC. Puesto en contacto con TF1, el ministro de Industria manifestó no estar en disposición de proporcionar información, de manera inmediata, sobre posibles sanciones o sobre el riesgo de acusaciones de proteccionismo, por parte de Bruselas o de la Organización Mundial de Comercio.
Parece, expresis verbis, que a sabiendas de su incompatibilidad con el Tratado de la Unión Europea se anuncian dichas medidas, lo que supone un claro agravio al principio de lealtad a la Unión Europea y a sus libertades fundamentales, en boca de una autoridad pública de un Estado miembro.
Las autoridades francesas, en materia de proteccionismo, nos tienen acostumbrados a defender una cosa y la contraria: "El presidente francés, Nicolás Sarkozy, lanzó en Londres un duro ataque al proteccionismo americano a cuenta del polémico concurso para otorgar un contrato de 35.000 millones de dólares para renovar los aviones cisterna del Ejército estadounidense" (El País, 13 de marzo de 2010). En aquella ocasión el presidente francés se refería a las relaciones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea.
Para el interesado en este asunto del proteccionismo francés puede verse el interesante comentario de Bassets: ¿De qué se ríen los europeos? (El País, 23 de octubre de 2008), en el que se da buena cuenta del "Estado patrón, esa Francia sociedad anónima". Las empresas públicas francesas, blindadas por el propio Estado, suelen salir de vez en cuando de compras por Europa, sin que se pueda dar la situación contraria.
Es imposible, por ejemplo, una opa sobre æpermil;lectricité de France (EDF). Como ha expresado el presidente de la Comisión Nacional de la Competencia, Berenguer Fuster: "¡Esa idea de muchos franceses reflejada en el pacto republicano en el que la empresa pública y el proteccionismo se convierten en la esencia de la patria!". Y como señala el profesor Ariño Ortiz: "Al mismo tiempo, amparados en la libre circulación de capitales, sus empresas extienden su presencia por los demás países de Europa".
Es de esperar que la Comisión Europea, como guardiana de los tratados, esté vigilante y haga un seguimiento desde el primer momento de estas iniciativas y haga valer el Derecho de la Unión.
Isaac Ibáñez García. Abogado