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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más confianza entre los autónomos

La Federación de Trabajadores Autónomos (ATA) mostró ayer un leve optimismo al analizar el empleo entre este colectivo. Aunque en el primer semestre el saldo de trabajadores por cuenta propia dados de alta y de baja en la Seguridad Social sigue siendo negativo, la tendencia es esperanzadora. Comparado con el mismo periodo de 2009, el registro de estos trabajadores ha crecido un 11% y el número de los que se ha dado de baja ha descendido un 13%.

Los autónomos resisten mal las crisis. A los primeros síntomas de contracción son los primeros empleos que se destruyen -junto a los de trabajo temporal -, pero también son los que antes repuntan cuando el ciclo cambia. Es, por tanto, un indicador fiable de la evolución de actividad. Este comportamiento es lógico, pues cuando las empresas no se atreven a contratar, muchas personas optan por generar su propia nómina. Si el autoempleo crece es, además, señal de que hay clientes dispuestos a contratar sus servicios o comprar sus productos y, en definitiva, síntomas de reactivación.

Es imprescindible que desde las Administraciones se mime la actividad de estos más de tres millones de trabajadores ubicados en tierra de nadie. Las patronales no les consideran estrictamente empresarios -aunque los acogen en su seno- y los sindicatos los ven con cierto recelo, aunque UGT tiene su propia asociación de autónomos. Quizá por eso, las negociaciones con el colectivo siempre han ido despacio y sólo con la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al Gobierno se ha creado el estatuto del autónomo amparándoles bajo una regulación específica.

Sin embargo, quedan trabas que dificultan la iniciativa de las personas que optan por crear empleo para sí mismas. Entre las más acuciantes, la falta de financiación, todavía sin normalizar. La posibilidad de capitalizar el paro en un sólo pago ha sido un acierto, ya que aporta un capital indispensable para instalarse como autónomo. El problema, no obstante, es disponer de financiación para el día a día. Las líneas abiertas por el ICO son un buen intento, aunque con resultados dudosos si nos atenemos a las críticas de las organizaciones de autónomos que denuncian que no están resolviendo el problema.

Igualmente complicado es compaginar un trabajo por cuenta ajena con uno por cuenta propia. Muchas personas crean un negocio mientras tienen un empleo; una iniciativa que debería fomentarse desde las Administraciones. Sin embargo, se dan paradojas como que no pueden cobrar el paro (por el que han cotizado como contratados), mientras sigan de alta en la Seguridad Social como autónomos. Pero si se dan de baja para cobrar el desempleo, tendrán que rechazar cualquier negocio que les surja, por mínimo que sea. Evitar el fraude, que también lo hay en el colectivo, no debería servir para desincentivar la creación de riqueza.

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