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Lecturas veraniegas

Lecciones para un comunicador

Cualquier libro escrito por el periodista Carlos Salas tiene la ventaja inicial de la facilidad de su lectura. Si además de ello, el libro aborda un campo de cada vez mayor interés como la comunicación estratégica de las organizaciones tenemos un texto que ayuda a entender lo que se debe y no se debe hacer en la siempre difícil relación periodista-comunicador.

El libro no es un manual, afortunadamente, aunque su título, Las once verdades de la comunicación, podría inducir a confusión.

En realidad se trata de un enfoque diferente a los libros sectoriales al uso, puesto que es más personal, más heterodoxo.

Por ejemplo, cuando Salas menciona dentro de ese decálogo imperfecto aspectos como el poder de la empatía o la necesidad de conocerse a uno mismo, para trasladar los mensajes a los otros, y a los medios de comunicación. Algo de ejercicio terapéutico -de análisis personal y profesional- subyace en el libro de Salas.

Tampoco el texto descarta aspectos de provocación cuando el autor menciona que "¡por Dios no pongas a cargo de la Comunicación a un director de marketing!" o se recuerda la obviedad de que el director de comunicación no debe tratar de llamar a partir de las seis de la tarde con un periodista (ni a las nueve de la mañana, añadiría yo) porque corre el riesgo de ser despachado enseguida.

Algunos aspectos también de actualidad, e interés, están en el libro comentado. "Las filtraciones desde dentro de la propia empresa en un tiempo de crisis" es para el autor lo peor que puede ocurrir. "Si no las desactivas, crearán un daño irreparable" asegura.

Y lo mejor para el autor en este campo es "convertir a todos los empleados en portavoces de la imagen de la compañía". Desde la telefonista hasta el mensajero tienen que mostrar la misma imagen corporativa. El libro también hace una breve incursión en la necesidad de aprovechar el campo abierto con las redes sociales.

Quizá en donde se puede poner algún "pero" a Las once verdades de la comunicación es en una cierta indefinición del lector al que va dirigido. Es un libro "coral", abierto, y por tanto de amplio espectro como algunas medicinas de boticario. En esa amplitud de miras -muy del gusto del autor- lleva también su pequeña penitencia, para un libro de lectura fácil y recomendable en esta época veraniega.

Enrique Jurado, doctor en periodismo y asesor de comunicación de Esade

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